España es sin duda, un país visceral y de "bandazos". El último ejemplo lo hemos visto con el tsunami del caso Ébola.
Su sanidad: de ser calificada como cutre vuelve a ser "la
mejor sanidad del mundo" (aunque el tiempo para atender a cada paciente -incluidos niños- en las consultas de atención primaria, sea menos de 6 minutos), los protocolos: de ser "de
traca" pasan a ser modélicos y exportables al resto del mundo, los
protagonistas principales: de villanos pasan a héroes, y hasta la
ministra: de pedir su dimisión por incompetente, pasa a ser modelo de
eficacia y discreción; Y todo: porque el resultado final ha sido la curación
de la paciente.
Es como los partidos de fútbol: solo importa ganar aunque el gol sea de
penalti, fuera de tiempo, en propia meta o por decisión del
arbitro.
Las ruedas de prensa ofrecidas en el hospital tras la curación de la
paciente Teresa Romero, fueron verdaderas lecciones ejemplares:
Una, la protagonizada por el equipo sanitario que la atendió, en la que se ofreció
una muestra de humanidad, generosidad, en definitiva de valoración
de la dignidad humana. Y una revalorización de la Medicina como ciencia, cuya
eficacia depende tambien de su prestigio.
La otra, la protagonizada por la paciente Teresa, fue una verdadera lección
de la vida: destacamos sus primeras palabras, las mas nítidas, profundas y
luminosas:
"Gracias a Dios y a Santiago Apóstol por darme la vida", añadiendo que "si Dios hizo el milagro, sin duda se sirvió de mis compañeros".
Gracias a la hermana Paciencia "a quien desde aquí le digo que estoy deseando encontrarme con ella y darle un abrazo. Nunca estaré lo suficientemente agradecida".
Añadiendo que "si con mi sangre
se puede curar, aquí estoy hasta quedarme seca".
Si mi caso ha servido para que el primer mundo mire el drama olvidado que azota a
la otra parte de la humanidad y se estudie esta enfermedad para buscar una solución.
Y es que, la realidad pura y dura tal vez sea que la curación de Teresa se ha producido básicamente gracias a la humanidad y generosidad de una inmigrante que -como los que están tras las
verjas de la vergüenza- tampoco se la permitió entrar en el país, pero que donó su sangre cargada de anticuerpos milagrosos, dando una verdadera lección a un mundo deshumanizado y mostrando la cara mas real del cristianismo.
Entre otras razones puede ser asi, porque parece que lo único que ha cambiado respecto al coctel del tratamiento de antivirales ensayados con los otros dos pacientes fallecidos por Ebola, ha sido el citado plasma de la convaleciente hermana Paciencia.
Solo le ha faltado a esta declaración ejemplar de Teresa una cosa: reafirmarse en lo expresado en su
primera declaracion publica, para poder resarcir a otra victima inocente y héroe silenciosa:
la médico de familia que la atendió en su centro de salud.