jueves, 25 de enero de 2024

La sobrevaloración de la patogenia frente a la etiología, en la Medicina actual

 

 Libro “Manual de diagnostico etiológico”. G Marañón


     “Mi punto de vista, eje de mi actitud profesional y pedagógica, es que
del hecho clínico hay que partir, invariablemente, hacia la etiología.
Buscarla encarnizadamente y actuar con una terapéutica adecuada a ella.

    El médico debe ser antes que experimentador, naturalista;
para serlo, le basta ver con ojos de investigador
lo que la naturaleza en forma de dolor le presenta”. 

          Todo enigma tiene un sentido y hay que buscarle hasta encontrarlo, sin que 
       las excepciones desconcertantes nos induzcan a abandonar el campo recto.”.

                                      G. Marañón

 

     Parece evidente que la actual crisis de la Medicina no es ajena a una sobrevaloración de la patogenia en detrimento de la etiología.
Algo que ya advirtió el maestro Marañón.

    Lo cierto es que en los últimos cincuenta años se ha desarrollado toda una ingente industria farmacéutica y de medios terapeuticos en base a la patogenia de las enfermedades -algunas de nuevo cuño como TDAH- con infinitos tratamientos sintomáticos de administración crónica, o supuestamente con fines preventivos, y basándose en criterios patogénicos con escasa o cuestionable certificación científica.
       Por el contrario se ha postergado la etiología a un segundo plano, hasta el punto de que en los últimos 40 años apenas se han sintetizado nuevos agentes antimicrobianos como antibióticos, antimicóticos, etc.

   Podríamos decir que la mayoría de los tratamientos etiológicos actuales son farmacologicamente casi los mismos que hace 50 años. Aunque afortunadamente esto no es regla absoluta, pues en algún terreno específico sí se ha avanzado , como por ejemplo en el de los neurolépticos para trastornos psicoticos.

   Las razones de esta situación pueden ser varias, incluyendo los intereses de la industria farmaceutica, pues parece obvio que comercialmente hablando, resulta mas rentable vender productos de consumo permanente (patogénicos) que ocasionales (etiológicos)

   Este giro copernicano en la Medicina, que se inició hace más de 50 años, se puede visualizar en la continuación de la obra científica de Gregorio Marañón, especialmente del libro Manual de diagnóstico etiológico, un libro innovador, universal y que se adelantó a su tiempo, pero cuya actualización, ya fallecido el maestro, se hizo con este cambio de paradigma contrario al de su creador, como bien manifiesta el propio profesor Balcells Gorina autor de dicha actualización, frente al testimonio del maestro Don Gregorio.

Lo exponemos con más detalle aqui. Nos dice el maestro:

"Lo que verdaderamente importa es saber si la lesión cardiaca o nerviosa es reumática o sifilítica o debida a una degeneración vascular.
Solo cuando la etiología se nos escapa y, por desgracia, esto ocurre con harta mayor frecuencia de lo que quisiéramos, solo entonces, nos contentamos con el rótulo clásico de la enfermedad o del síndrome, que lleva aparejado un tratamiento necesariamente sintomático y, por tanto, incompleto (1943). O si cabe, más hondamente expresado:
Mi punto de vista, eje de mi actitud profesional y pedagógica, es que del hecho clínico hay que partir, invariablemente, hacia la etiología. Buscarla encarnizadamente y actuar con una terapéutica adecuada a ella.
Y si no se puede lograr este intento etiológico rigurosamente, no importa; hay que intentarlo de nuevo o, en el peor de los casos, proceder con una táctica aproximativa… más aún: si ni siquiera vagamente acertamos con la etiología, solo el “propósito etiológico” nos dará la mejor indicación para acertar.
La Medicina es una ciencia práctica y no unos juegos florales. Y para la solución práctica del problema que el organismo que sufre nos plantea, la patogenia nos importa solo relativamente."

G. Marañón

    Sin embargo otros maestros como Balcells Gorina muestran su desacuerdo con este enfoque radicalmente profundo de Marañón, con estas palabras:

"Desde luego no podemos compartir el punto de vista de nuestro gran clínico:
Pero si la visión etiológica de la Patología, aunque indispensable para la Medicina, es decir, para fundamentar diagnóstico y terapéutica, no nos dice nada de la íntima esencia de la enfermedad. Una nueva era - la de la fisiología clínica - ha permitido “entrar” y profundizar seriamente en los mecanismos e incidencias de todo el proceso morboso que constituye la enfermedad.

Y aunque a cada paso tropezamos con el alegato del “práctico” al que “no le interesan las patogenias”, cualquiera que recapacite deberá reconocer que solo satisface y deja tranquilo aquel diagnóstico o aquella medida terapéutica que se han montado sobre un previo conocimiento de lo que realmente está ocurriendo - fisiopatología - en el enfermo”.

(…) y si desgraciadamente se nos escapa hoy por hoy, la certeza de la mayoría de los mecanismos de enfermar o si aquellos que creíamos conocer son sujetos a revisión una y otra vez, esto no es excusa para llevar una actitud pasivamente pesimista al libro de Patología, ni es óbice para utilizar como hipótesis de trabajo las supuestas adquisiciones, aun convencidos de que son provisionales.
Pero es que además resulta imposible disociar la etiología de la patógena (…).
Hay que atender la causa en un sentido más amplio, es decir las causas remotas o primeras o las causas inmediatas, o sea, etiología y patógena".

Prosigue Balcells: 
"Pero vayamos al más puro ejemplo práctico:
¿Es que tratamos la etiología al dictar la terapéutica de la insuficiencia cardiaca en una mitral? en modo alguno, hacemos un tratamiento funcional no ionotropo, porque la causa aquí, como en otros muchos casos, no se puede apartar y lo que nos interesa es el estado funcional de su circulación y corregirlo.
Si solo practicáramos el tratamiento causal tendríamos que renunciar al 90 por ciento de las intervenciones médicas.
Cuando practicamos una terapéutica desensibilizante, inmunodepresiva, espasmolítica o vasodilatadora, o con cortisona, o salicilatos hacemos un tratamiento de base patogénica (...), de síntomas.
Además la etiología es muchas veces remota y resulta inaccesible a cualquier terapéutica actual.
Lo que interesa es la reacción anómala, patergica e inespecífica, es decir, la patógena actual del proceso." 

Balcells Gorina

     Lo cierto es que aunque ya existía el término etiopatogénico, es evidente la total discrepancia de ambas visiones, la de Marañón y Balcells; hecho que carecería de importancia, si no fuera porque forman parte estructural de su personalidad y eje de su ejercicio profesional, y porque sobre el segundo recayó la responsabilidad de actualizar un libro, Manual de diagnóstico etiológico”, que era espejo del primero.

    Por lo demas creemos, basándonos en los mismos ejemplos expuestos por el profesor Balcells, que es evidente que la actitud de Marañón no era “cruzarse de brazos” cuando no se sabía la etiología de una enfermedad (lo expresa claramente), sino que el tratamiento sintomático no debe abdicar de buscar la causa última, y por ello la definitiva “el dilema que nos propone la naturaleza, para ser resuelto”.

    Aunque las razones que dan ambos clínicos van cargadas de verdad, y lo que es más importante, de la noble intención del “médico de raza” por encontrar la forma más idónea de aliviar el sufrimiento humano, a nuestro juicio nos parece más ajustada a la Verdad la actitud de Marañón, que si de algo no se puede tachar es de ser  pasiva´o pesimista, más bien al contrario: cuando se busca la raíz o la causa de un problema siempre se inicia un camino y se abre un horizonte resolutivo.

    Por contra, quedarse en casa cómodamente, arropado y sin dolor, osea tratando los síntomas, y no salir a buscar el problema mientras persiste, sí pudiera ser pesimismo y pasividad. Además no pocas veces la patogenia o sintomatología son procesos adaptativos de la propia naturaleza que per-se pueden resultar terapéuticos, como podría ser el mecanismo de la fiebre.

  Siguiendo el ejemplo del propio profesor Balcells:
Es claro que debemos tratar los síntomas de la insuficiencia cardiaca de una estenosis mitral, pero parece evidente que lo más idóneo sería, hoy ya es posible, tratar la propia estenosis.
Tratar la fiebre de una infección respiratoria que la exploración nos sugiere neumonía, puede estar bien sobre todo cuando es elevada y puede generar complicaciones, pero lo es más tratar el posible origen de la misma, incluso sin saber si es por neumococo, streptococo, hemophilus, etc…, con antibioterapia. Aunque siempre será más eficaz si por cultivo, se sabe la etiología concreta.
Calmar un dolor con analgésicos y espasmolíticos es fácil, pero no pararnos aquí si la clínica nos sugiere una posible etiología tumoral, litiasis, infecciosa, etc. (“a pesar de que el paciente se encuentre mejor”).
Tratar los síntomas de una conjuntivitis o un cuerpo extraño en el ojo es fácil con un anestésico local, pero lo más adecuado sería eliminar el cuerpo extraño, o tratar la posible etiología, aun aproximativa, de la conjuntivitis.
En el caso del asma, todavía el tratamiento, hoy en día, ha de ser patogénico, pero esto no quiere decir que mañana no pueda ser etiológico, cuando ya está llamando a las puertas la terapia génica.

   Y es que la actitud de Marañón nacía no solo de su propia personalidad vitalista, la vitalidad de los nacidos en primavera, como diría de otro personaje; sino quizá también del profundo conocimiento de la naturaleza humana.
Sabía que la conducta humana se rige casi siempre por la ley del mínimo esfuerzo, que la pasividad es prima-hermana de la comodidad, y que el espíritu de lucha se deja fácilmente engañar con el alivio pasajero.
   Si este espíritu hubiera desistido en su búsqueda de la etiología, estaríamos hoy en día, tal vez tratando la tuberculosis solo con antitérmicos y en “retiros tísicos” y seguiriamos con los mismos índices de mortalidad de hace varios siglos.
 

Pero es que además no hay que olvidar que el tratamiento sintomático también genera patología o yatrogenia, a menudo desconocida, y eso es algo que hoy vemos a diario en la Medicina de "a pie".

Por ejemplo no es infrecuente, encontrar hasta en la última aldea de España pacientes, casi siempre “pensionistas”, tomando 14 medicamentos al día, en su mayoría sintomáticos.
A saber:
Se puede iniciar con la prescripción de un simple somnífero para dormir, que a su vez genera cefalea matutina y sequedad de boca, lo que hace que tome analgésicos… Como además tiene “artrosis”, osea lo que ha tenido el ser humano desde que lo es, a partir de cierta edad, ha probado ya todos los analgésicos: AINES, paracetamol (a dosis elefantiasicas), metamizol, buspironas, etc. los cuales a su vez generan efectos secundarios como somnolencia, gastritis…, por lo que debe tomar omeprazol y/o antiácidos, que a su vez producen estreñimiento y quién sabe si demencia (especialmente los que llevan derivados de aluminio), anemia, etc., lo que a su vez produce dolores cólicos intestinales y meteorismo, por lo que tomará un espasmolítico, que a su vez produce temblor y somnolencia, junto con la que producen los Aines, y la hipotensión del metamizol genera depresión, astenia extrema…, lo que hace que tenga que tomar antidepresivos que a su vez generan más efectos anticolinergicos como cefalea y sequedad de boca, lo que origina faringitis crónica, lo que hace que tome más antinflamatorios, lo cual origina ligera insuficiencia renal por n. tubulointersticial, que desequilibra la hipertensión, por lo que debe tomar un nuevo antihipertensivo que genera, junto con…, por lo que,..  debe tomar...

Esto solo es el principio pero“la historia puede no tener fin” y lo peor es que es una realidad.
Es indudable que los propios médicos tenemos una responsabilidad ante esta situación, no siempre facil de resolver por chocar a veces con la libertad del paciente que demanda soluciones inmediatas y no acepta tanto la autoridad del médico de cabecera que 
intenta retirar medicaciones prescritas por los sucesivos especialistas.

    Posiblemente el problema se hubiera resuelto de raíz, si el insomnio, que quizá era pasajero, inicialmente se hubiera tratado  desde el punto de vista etiológico y con medidas naturales como paseando un poco por las tardes, leyendo un libro minutos antes de acostarse, bebiendo un vaso de leche caliente antes de acostarse y lo más importante valorando e integrando más al anciano en su entorno familiar y social.

     Es decir, produciendo fatiga natural, disminuyendo el nivel de cortisol plasmático por la acción del alimento ligero, (y quién sabe si también por su temperatura) y “dando un sentido a la vida”.
Tal vez es esto lo más importante y lo que no está en manos del médico: su integración social y familiar.
    Y que el paciente se haga cargo de su condición de tal, asumiendo algo tan natural y humano como que hay “días en que se puede estar peor”, y que “en la vida… también hay dolor”. 
“Que la inseguridad vital no se cura con hechizos, ni con pócimas de curandero”, sino volviendo los ojos al Dueño de la vida,…a Dios.”

    Así pues, el tratar de buscar el origen o la causa de la enfermedad, como apuntaba Marañón,ir a la raíz y no quedarse en las ramas” sin dejar de tratarla, es luchar por curar y aliviar no solo el sufrimiento del enfermo concreto, sino prevenirlo y contribuir con ello al progreso de la Humanidad.


lunes, 8 de enero de 2024

La importancia del entusiasmo en el médico/a

 

Gregorio Marañón con dos compañeros

 La amistad, la vocación y la profesión, 
tres  hijas del amor,
han de verse a menudo   juntas.


Compañerismo es el fraternal sentimiento de amistad que
surge espontáneo hacia quien comparte el mismo camino y
 destino: 
la dignidad humana.
Y hacia quien sostiene el mismo peso: el de la responsabilidad". 

Alguien dijo que el entusiamo era la hormona del alma, 
pero en el médico tal vez sea algo mas: 
es la savia de la vocación y la raiz de la profesión.


Y estas palabras del maestro Don Gregorio, nos lo recuerdan:

“Si yo digo: “voy a sugestionar a este enfermo”,
probablemente representaré ante su dolor una comedia un tanto burda;
para mi temperamento, casi repugnante; 
y útil tan solo si el enfermo posee una categoría espiritual
 
muy poco diferente de la de los  salvajes.

Pero si yo tengo fe profunda en mis armas terapéuticas
y las aplico, lleno de entusiasmo, a mis pacientes,
esta fe y este entusiasmo multiplicarán hasta límites inverosímiles
la eficacia bruta de mi jarabe y de mi inyección.

... Y esta fuerza, que creo que debe llamarse extra-científica, 
depende, en último término, de una sola cosa: 
del entusiasmo del médico, de su deseo ferviente de aliviar a sus semejantes;
en suma, del rigor y de la emoción con que sienta su deber"
. 

 El médico escéptico, por lo tanto, está casi inerme en la lucha contra la enfermedad.” 

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“El médico escéptico sabrá curar la úlcera pura;
pero la esfera y la estratosfera de  motivos nerviosos que la envuelve
solo será vulnerable al médico entusiasta;
y muchas veces, sin esta previa disipación de su atmósfera imaginativa,
la úlcera no se curará jamás; ni siquiera si la extirpa el cirujano.

 He aquí por qué el entusiasmo influye tan poderosamente en el éxito profesional”.

Gregorio Marañón