sábado, 30 de septiembre de 2023

La Real Academia Nacional de Medicina. RANM: último baluarte del saber médico



“Nuestros académicos del siglo XVIII escribieron en la portada de sus memorias estas nobles palabras:

 “La Sociedad humana no es feliz porque haya uno u otro hombre grande, sino por la copia de los hombres grandes, de hombres instruidos, en las diferentes materias tenidas por necesarias para beneficio de la humanidad”.


“Delante de un niño ningún respeto es nunca suficiente; exige su presencia de la misma pureza, aun en las intenciones, que exige la presencia de Dios.
                                           Gregorio Marañón

    

       Podríamos decir que hay al menos cuatro situaciones donde sentimos recargar las baterías de energía vital y reforzar el sentido trascendente de
la vida y de la vocación,
 y están caracterizadas por ser portadoras de una verdad
inequívoca: 

        1- Rezando ante el altar.  2- Contemplando la belleza.  3- Sintiendo la bondad.  4- Estando en presencia de un niño.

Y añadiríamos una más:
     5- Escuchando a los viejos maestros, especialmente en el templo médico del saber de la RANM

     Escuchar allí a los viejos maestros médicos, es sentir el privilegio de recibir la transmisión de la Verdad de verdad, esto es la que es imperecedera al tiempo y al espacio. Y ello a través del hilo conductor de la historia de la Medicina.
      Y al mismo tiempo poder comprobar como la vejez cultivada puede resultar tan fecunda o incluso más, que la madurez.
Podríamos definirla como una "
madurez refinada" que se ha desprendido de lo superfluo del presente.

   No en vano en todas las civilizaciones y a lo largo de la historia de la humanidad, los viejos maestros fueron siempre guías y templos de sabiduría, así como objeto del máximo respeto.
    A excepción del "último cuarto de hora", históricamente hablando, donde la juventud y la inmadurez son los que guían los destinos de muchos pueblos, y así nos va.


domingo, 17 de septiembre de 2023

¿Sirve para algo la Bioética?


Gregorio Marañón junto al busto de Ramon y Cajal

       La mayoría de los problemas de la llamada bioética profesional que con frecuencia se plantean, casi todos los que promueven tanta bulla en los Colegios de Médicos, deben resolverse con arreglo a la ley común o a las fórmulas, no escritas, de corrección social, a las que todos nos atenemos.
Para los demás, para los verdaderos casos de conciencia profesional, no hay, repitámoslo, ley que valga ni otro juez que la propia conciencia”.

     “... Pero si tiramos por la borda, como una antigualla más, el concepto sacerdotal del médico, la supremacía de la vocación para ejercer nuestro arte, entonces no tenemos derecho a quejarnos de que se nos exijan responsabilidades por defectos en el ejercicio profesional, que, en realidad, solo pueden resolverse en el ambiente de mutuo amor en que se desenvolvía la Medicina de antaño"

  

 Yo no niego la eficacia que puedan tener para algunos los manuales deontológicos.
 Pero me hacen el efecto de aquellos otros manuales que enseñan cómo se debe  conducir en la mesa, en visita o en el trato con las damas, y cómo deben practicarse las reglas elementales de la higiene y de la limpieza.

  Recuerdan otras veces a los artículos inocentes con que comienzan algunas constituciones, ordenando que los ciudadanos sean buenos y felices, o demócratas   y trabajadores.”

 Gregorio Marañón. De su libro Vocación y ética.

       
      Coincidimos con el maestro en que el ejercicio médico como cualquier otro: el periodístico, policial, eclesiástico, etc.,  debería estar sometido básicamente solo a las leyes civiles, aunque en el caso de la Medicina hay que contar con la singularidad que nunca es ni será, una ciencia exacta.
Por eso nos decía también:
    "Pedir cuentas al médico de su fracaso con un criterio científico, como se le pide a un ingeniero que ha calculado mal la resistencia de un puente, es disparate fundamental y es principio totalmente inaceptable”. *GM.

  Dicho esto, tratar de enseñar como asignatura, bioética a un médico, se nos antoja tan chocante como enseñar cursos de moral a los padres para indicarles cómo tienen que tratar a sus hijos o viceversa.

Y es que cuando hablamos de Responsabilidad con mayúscula, no nos referimos a la externa, llamada intelectualmente “Bioética” que se aprende con normas nacidas del derecho legal o el consenso; Sino a la interna, llamada “moral o conciencia” que nace espontáneamente del derecho natural y se presupone en el médico, al igual que el motor en el coche, y el corazón en el cuerpo.

- La moral o conciencia, como la Verdad, es eterna y universal. La bioética como los protocolos, puede ser circunstancial y moldeable, y por ello vulnerable al poder político y social 
- La bioética, término artificioso, estaría hecha a imitación de la justicia, para controlar desde dentro a quienes actúan obnubilados fuera de su conciencia, o que simplemente carecen de ella.

Pero si consideramos la  Bioética como garante y depositaria del eterno y universal código deontológico hipocrático, cobraría todo su valor y significado, pues serviría como el último refugio del médico frente a la manipulación del poder político con sus veleidades en las leyes civiles.

Por lo demás parece evidente, que cualquier desviación en el ejercicio médico: como los derivados de conflictos de intereses, no se debería diferenciar de otras desviaciones como la prevaricación en los jueces, sobornos a periodistas, policías, etc.

Y es que debemos admitir que malos tiempos corren si la justicia tuviera por fin primordial controlar a los jueces; la fuerza pública a los policías, y la bioética a los médicos.