sábado, 20 de agosto de 2022

El humor como arte y signo de salud

 

Deberíamos partir de la base, que el humor es un arte del mismo rango o entidad que la poesía.

 
 

Podríamos decir, en lenguaje popular que: el humor es el hijo natural y no reconocido del arte, y el hermano desconocido de la poesía: un hermano confiado y accesible para todos, independientemente de su condición y formación.

O asimismo podriamos expresar, que el humor es el licor doblemente destilado de la realidad humana, un licor que como cualquier caldo con graduación, alegra y hace olvidar penas.

Y al igual que las bebidas destiladas, los hay de diferentes tipos, cualidades y  calidades,  y porque no decirlo: también "adulterados".

Ya hemos tratado en este blog, en diferentes entradas, sobre la eficacia del humor como terapia anímica pero también puede resultar un signo de salud física y psíquica.

No hace falta decir que en enfermedades neuropsiquiatricas, cuando el paciente muestra sentido del humor, siempre es un signo positivo y esperanzador de recuperación, pues a nadie se le escapa que debe estar mediado por un complejo proceso neuronal.

Es por ello que, todos estamos en deuda con  esos "sanadores del alma" y en cierta manera también del cuerpo, y que surgen de forma espontanea especialmente en nuestro país, tal vez por ser cuna del misticismo y por ello vivero de héroes, toreros, santos... y cómicos.

Tal vez, no por casualidad, el idioma español ha querido que la palabra humor suene casi igual que la de amor.

Y es que en ningún libro se puede adivinar ese carácter místico y trascendente del humor como en el El Quijote, el libro más difundido en el mundo después de la Biblia. 

miércoles, 3 de agosto de 2022

Cuando es el médico, el que falta al respeto y maltrata verbalmente

 

  Yo respeto la Medicina, porque la amo, y es el amor la fuente suprema del culto, en lo humano como en lo divino. Pero el amor es también, o debe ser también, crítica. 

Solo cuando desmenuzamos en el objeto amado cuanto tiene de deleznable, acertamos a encontrar, allá en el fondo, lo que tiene de imperecedero.”

Gregorio Marañón 

 

Solemos hablar de faltas de respeto y maltrato, casi siempre unidireccionalmente, esto es: por parte del paciente hacia el médico y demás personal sanitario; 

Admitiendo que estos hechos porcentualmente puedan ser muy numerosos, pero debemos asumir –dolorosamente- que también se producen en direccion inversa, aunque sea en casos aislados, y mas aun en el caso que nos ocupa, es decir cuando se produce por parte del médico hacia el paciente.

Viene esto a cuento de hechos recientes que nos cuentan algunos allegados, sobre experiencias vividas en las consultas:

Es el caso de una paciente de 70 años, soltera, que acudió al médico, manifestando que se encontraba muy cansada y deprimida; Y la respuesta del medico fue: ¡No pasa nada,  tu lo que necesitas es un novio!

Recordamos también otras situaciones que nos contaron, como aquella paciente con obesidad y angustiada por su incapacidad para perder peso asimismo con múltiples patologías asociadas, que acudió al  medico diciéndole: ¡yo lo que quiero doctor, es que me miren bien de arriba a bajo!.  Y la respuesta del médico fue: ¡eso es fácil pero en tu caso lo difícil es mirarte de lado a lado!.

 Otras veces se solicitan pruebas al paciente como PCR, de ETS, etc., sin consentimiento del mismo.

Por no hablar de las veces que se atropella la infinita sensibilidad del paciente que se halla en situación de máxima vulnerabilidad: por ejemplo cuando se le diagnostica un cancer o padece una crisis depresiva .

No hay que olvidar que el sarcasmo es una forma refinada de ofensa y maltrato, y el tuteo injustificado resulta una forma de paternalismo fuera de lugar y asimismo una falta de respeto.

Hay que admitir que las condiciones infrahumanas de sobrecarga laboral que padece el médico, especialmente en la atención primaria, pueden favorecer estos fallos humanos, pero debemos combatirlos siempre en la medida de nuestras posibilidades,  porque lo que está en juego no es solo el prestigio de tal facultativo-a, sino el de toda la Medicina, pues el paciente cuando confía en el médico no lo hace por ser fulano o mengana, sino por el prestigio y el aura heredado de otras generaciones que nos precedieron.

Y es que debemos recordar, que todos los trabajos suponen cuotas de poder social, y el médico, sin duda lo posee en mayor grado;  Administrar ese poder con responsabilidad, es tarea de todos, recordando siempre que es un poder "prestado" y que hay que devolverlo -a veces a precio de usura- en forma de servicio y generosidad, evitando los abusos o "borracheras de poder". 

Por ello debemos procurar siempre el trato humano, recordando aquello que nos enseñaron nuestros maestros :  "curar a veces, aliviar a menudo y consolar siempre".