Una característica de los concursos-oposición para la selección de médicos de familia en España -desde
la entrada en vigor de la actual Ley de sanidad (copia del modelo cubano)- es el desprecio casi absoluto a los méritos profesionales del
médico candidato
Como otros signos expresivos ya comentados ("sello de caucho".., o
el contenido vejatorio de las preguntas de examenes de OPE),
son ante todo, una muestra de la cosificación del médico de familia por parte de los
gestores políticos de la sanidad y llevan la firma inequivoca de sus autores: la irresponsabilidad.
Por ejemplo, en los concursos de traslados, tambien desaparecen los meritos académicos, incluidos los de doctorado o licenciatura, aun cuando el candidato invirtiera
varios años de esfuerzo y sacrificio en ellos.
- Tambien se iguala en valoración de méritos, el tiempo trabajado, indistintamente sea la plaza
en propiedad o temporal, aun cuando el candidato empleará para conseguirla varios años de
esfuerzo y sacrificio preparando oposiciones,
y en ocasiones tuviera que asumir durante años, destinos penosos con
gran responsabilidad y sin apoyo de otros niveles asistenciales.
Sin embargo se conserva y agranda la injusta discriminación
salarial entre facultativos fijos y temporales.
Tampoco se valora apenas, en estos concursos, la cualificacion laboral:
Da casi igual que el candidato trabajara como médico, que en cualquier otro puesto en la administración, ya sea de celador, enfermería, auxiliar de enfermería, etc.
Da casi igual que el candidato trabajara como médico, que en cualquier otro puesto en la administración, ya sea de celador, enfermería, auxiliar de enfermería, etc.
Partimos de la base de que "todos los trabajos son iguales en dignidad " pero debemos admitir que no lo son en responsabilidad, ni tampoco en preparación: No es lo mismo invertir 12 años para una capacitación laboral, que 12 meses o 12 días, con todo lo que conlleva de esfuerzo y renuncia personal, familiar, etc.
Pero en el fondo, tal vez toda esta dinámica tiene el mismo sentido: la uniformidad de
la masa hacia abajo, el desprecio al esfuerzo y superación personal. Y sobre
todo: generar un colectivo fácilmente manipulable, destruyendo sus
signos de identidad y autoestima profesional.
La única esperanza sigue siendo la Justicia, pues seguimos creyendo que solo desde ella, se puede frenar la irresponsabilidad, ya sea en forma de
indolencia o delincuencia.