No cabe duda que la humanidad entera -tal vez como nunca- está atravesando tiempos trascendentales de zozobra e incertidumbre, quizás equiparables a las grandes catástrofes que asolan a la humanidad cada cierto tiempo, como seísmos naturales: terremotos, tsunamis, etc. , o sociales: guerras, persecuciones, etc.; "seismos" de los que no parece escaparse ninguna generación.
Sin duda ahora estamos de lleno en una de ellas, el miedo parece destacar sobre un vasto manto de oscuridad y ello deriva entre otras cosas, en una crisis de esperanza.
Para afrontar esta situación podemos recurrir como los psicólogos a técnicas psicoterapéuticas de evasión, asertividad, relajacion, etc., pero no dejan de ser, desde el punto de vista médico, tratamientos sintomáticos que pueden calmar provisionalmente pero no atajan el problema de raíz.
Y es que pensamos que -social y personalmente- el único tratamiento etiológico para tratar el miedo, la desesperanza y todos los demás síntomas asociados que conlleva esta gran crisis social, es llegar a Dios; Pues solo a través de Él se puede aliviar, curar y prevenir.
Estas palabras de Santa Teresa, expresadas en el lenguaje eterno y universal de la poesía, nos facilitan llegar a ese único tratamiento eficaz contra el miedo y la desesperanza.
Nada te turbe,
Nada te espante,
Todo se pasa,
Dios no se muda,
La paciencia
Todo lo alcanza;
Quien a Dios tiene
Nada le falta:
Sólo Dios basta.
Eleva el pensamiento,
al cielo sube,
por nada te acongojes,
Nada te turbe.
A Jesucristo sigue
con pecho grande,
y, venga lo que venga,
Nada te espante.
¿Ves la gloria del mundo?
Es gloria vana;
nada tiene de estable,
Todo se pasa.
Aspira a lo celeste,
que siempre dura;
fiel y rico en promesas,
Dios no se muda.
Ámala cual merece
Bondad inmensa;
pero no hay amor fino
Sin la paciencia.
Confianza y fe viva
mantenga el alma,
que quien cree y espera
Todo lo alcanza.
Del infierno acosado
aunque se viere,
burlará sus furores
Quien a Dios tiene.
Vénganle desamparos,
cruces, desgracias;
siendo Dios su tesoro,
Nada le falta.
Id, pues, bienes del mundo;
id, dichas vanas,
aunque todo lo pierda,
Sólo Dios basta.
* He aquí un bellísimo poema de la pluma de la gran mística española Santa Teresa de Ávila, una de las mejores maestras de la vida espiritual de la Iglesia.
Es considerada la primera gran escritora en lengua castellana, y sus escritos son un modelo seguro en los caminos de la plegaria y de la perfección.
Bellísimo poema de Santa Teresa y bellísima música de Marco Frisina.
ResponderEliminarLos primeros versos fueron traducidos al inglés por el poeta estadounidense Henry Wadsworth Longfellow: https://www.poesi.as/stj0003uk.htm
Gracias amigo Jose Manuel por tu aportación, sin duda son palabras luminosas plasmadas de la mejor forma: en poesia y tambien en musica, y siempre seran universales al igual que otras obras como el Quijote
Eliminar