domingo, 22 de mayo de 2022

¿Por qué ya no hay genios?

Desde hace tiempo nos preguntamos: ¿Por qué no parecen existir ya, genios o referentes intelectuales y morales en nuestro tiempo?

Por ejemplo si quisiéramos solicitar un prólogo para un libro, nos encontraríamos con que han desaparecido las autoridades intelectuales de antaño,  y esto ha pasado en un soplo de poco mas de una decada. Lo más que podríamos encontrar hoy, seria  "espuma social": personajes mediáticos televisivos, igual de vacuos que livianos en el tiempo.

En este articulo de Juan Manuel de Prada, se nos da una respuesta y se disecciona  en profundidad y con insólita transparencia este tema; Y es que es posible que los genios de hoy, sean tan desconocidos o no reconocidos, como él mismo.

 

¿Dónde están los genios?

Juan Manuel de Prada    
XL Semanal Sábado, 21 de Mayo de 2022, 1:20

Advertíamos hace unas semanas contra esa creencia mentecata que pretende que hoy somos más inteligentes que nuestros antepasados de hace cien o mil años; aunque, desde luego, incurriríamos en una mentecatez semejante si concluyéramos que somos menos inteligentes. Sin embargo, no logramos sacudirnos la penosa impresión de que nuestra época no brinda genios comparables a los que brindaron épocas pretéritas; una impresión que se vuelve especialmente incómoda si reparamos en ámbitos en los que antaño florecían las figuras geniales de forma más ‘ostentosa’, con un brillo más llamativo (pensemos, por ejemplo, en el ámbito político, pero también en el de las artes). 

Puesto que no es verosímil una ‘pérdida de inteligencia’, hemos de concluir que hemos perdido por el camino otras cosas que actúan como fermento de la inteligencia; y hace unas semanas señalábamos, por ejemplo, el empobrecimiento del lenguaje, que inevitablemente dificulta la expresión de pensamientos complejos.

Pero esta explicación, aunque válida, es demasiado limitada y ‘materialista’. Leyendo la magnífica antología de Concepción Arenal que en un anterior artículo me atreví a recomendar encarecidamente –La pasión por el bien, con edición de Anna Caballé–, me tropiezo con una reflexión preclara. Observa Arenal que el hombre (ella siempre utiliza esta palabra para referirse a la especie humana) se compone de elementos físicos, intelectuales y morales: los dos primeros los recibe al nacer con una desigualdad que no está en su mano evitar; los elementos morales, en cambio, son obra suya. Es decir, todo ser humano nace con idéntica capacidad de discernimiento moral (salvo que tenga una grave tara), con idéntica libertad para elegir el bien o el mal. De modo que podríamos decir que las diferencias en la esfera moral son obra humana, fruto de nuestras elecciones, a diferencia de las diferencias intelectuales, que son obra de la naturaleza.

Para ser geniales, los hombres eminentes deben desprenderse del espíritu de su tiempo, y, al hacerlo, la mayoría de sus contemporáneos no los pueden percibir como genios

Resulta evidente –prosigue Arenal– que para ser un ‘genio’ no basta con unas facultades intelectuales superiores; hace falta cultivarlas, pues de lo contrario terminan atrofiándose. Pero la pensadora ferrolana no cree que ese ‘cultivo’ de las facultades intelectuales se logre únicamente mediante el estudio, la lectura o cualesquiera otras actividades de índole intelectual. Cree que los hombres verdaderamente grandes son hombres morales; y, por lo tanto, que los hombres eminentes que se entregan a la vanidad, a la codicia, al amor propio exagerado, no pueden ser propiamente geniales, porque esos vicios o lacras morales limitan su horizonte, les obligan a ofrecer puntos de vista mezquinos, les impiden elevarse a las grandes alturas «desde donde solamente se descubre la verdad». 

Y añade todavía algo más: aparte de su incapacidad para alcanzar la verdad de las cosas, el hombre eminente pero inmoral carece de amor suficiente para ir en su búsqueda, carece de los impulsos nobles que le permitan ascender, sobreponiéndose a sus propósitos mezquinos o sectarios. Sin esta energía o inspiración moral, a juicio de Concepción Arenal, se puede ser un virtuoso de cualquier arte o disciplina; pero «nada grande se crea, se comprende ni se adivina». De ahí que haya muchos hombres que, aun naciendo con facultades eminentes, nunca llegan a ser grandes; y otros que, teniendo menos dotes naturales, pueden elevarse más que ellos, si son profundamente morales.

Nada más natural, pues, que una época inmoral como la nuestra apenas pueda brindar genios. Pues los hombres eminentes, para poder ser geniales, tienen que desprenderse del espíritu de su tiempo; y, al desprenderse, la mayoría de sus contemporáneos no los pueden percibir como genios, sino en el mejor de los casos como ermitaños díscolos, cuando no como elementos peligrosos e indeseables. 

Porque, además, allá donde el discernimiento moral se oscurece, acaba ocurriendo un fenómeno sobrecogedor que también señala Concepción Arenal de forma clarividente: «Observando bien –escribe–, llegamos a convencernos de que los grandes males son aquellos que se hacen ignorando lo que son, que se consuman con tranquilidad de conciencia y que, en vez de vituperio, reciben aplauso de la opinión pública. Por cualquier página que abramos el libro de la Historia, vemos que los pueblos sufren principalmente, no por los ataques de los malhechores, que las leyes condenan y la opinión anatemiza, sino por aquellos […] que destrozan el cuerpo social con la tranquilidad de la conciencia y beneplácito de la comunidad». Hay épocas que, en lugar de genios, brindan monstruos que, sin embargo, son percibidos por las masas cretinizadas tanto más geniales cuanto más inmorales son.

XL Semanal

sábado, 7 de mayo de 2022

Cervantes y Marañón: compañeros "de obra y de ruta"


Gregorio Marañón visitando un molino de viento de la Mancha.

Marañón no podía dejar de sentir aquí, la cercana presencia de "Don Quijote" y por ello la de su "compañero de obra": Cervantes. 

Sabía, como “su compañero de ruta”, que el molino no es solo eso: es esfuerzo, dolor, belleza y templo a la naturaleza: es el gigante del alma generosa de quien así quiere verlo

No es un gigante, es el hombre.

No son aspas, son sus manos.

No es el viento, es el cielo.

No es Don Quijote, es el poeta.

 

Al hablar de Cervantes necesariamente surge su obra eterna y universal Don Quijote, que así mismo es reflejo de su personalidad.

No hace falta recordar la influencia de esta obra en la humanidad, pues no en vano se trata del libro mas traducido después de la Biblia, es por ello que han sido numerosísimos los intelectuales a traves de la historia, que la han estudiado,  y cada uno desde su propia percepción de la realidad, plasmando matices diferentes. 

Solo por citar a algunos: Ortega y Gasset, Azorin, Lain Entralgo, Dostoievski , George Orwell, Rubén Darío o el mismísimo contemporáneo suyo William Shakespeare dejó constancia de la influencia quijotesca en su obra Cardenio,  al igual que mas tarde Voltaire en Cándido,  pero entre todos ellos nos quedamos especialmente -por su hondura y clarividencia- con las de Unamuno, Dostoweisky  y Marañón.

Y es que tal vez fueran estos, los que mas asemejaban su alma con la del autor Miguel de Cervantes, por eso titulamos como "compañeros de obra y de ruta" o dicho en el lenguaje coloquial "currantes del mismo curro": en la construccion del edificio eterno y universal de la Dignidad humana.

Nos centramos en nuestro maestro Gregorio Marañón, suyas son estas palabras referidas a Cervantes y el Quijote:

“Quizá el pensamiento que con mayor frecuencia inspirara fue la compasión (…).

¿Dónde estaba pues su genialidad? Porque lo seguro es que fue un genio: pero su genialidad reside en la abundancia de su vida; en que su vida, igual en apariencia a la de todos, precisamente por ser igual a la de todos, desbordaba de lo más eficaz, que no son las aptitudes, sino la humanidad .Y la abundancia de vida depende de la abundancia del amor. Y esta abundancia de vida, creada por el amor, es la fuente más eficaz de la creación”. 

(…) Quijotes de la verdad (...) y es que exigimos la verdad, pero casi nunca la soportamos. Por eso he escrito alguna vez que el mérito de la verdad no es casi nunca de quien la dice, sino casi siempre de quien sabe escucharla.       

De su libro Vocación y ética, 1953, OC., IX, 352 

El Quijote, como muy pocos libros de su categoría, nos enriquece por dentro"

Ésta es la razón de que sea el libro preferido de los hombres que tienen vida interior profunda; por eso es también libro de la adultez para arriba, cuando lo de fuera empieza a interesarnos menos cada vez; por eso, en fin, es el predilecto de los seres humanos a los que se ha amputado una parte del mundo exterior; es decir los ciegos. Los ciegos dan la medida exacta, porque la mayor parte de su vida es sueño”

(…) “Otra consecuencia de esa actitud del español, clave de la psicología de su decadencia, es la pérdida del espíritu de sacrificio, de la fe en el ideal generoso; la muerte, en suma, del quijotismo”.


lunes, 2 de mayo de 2022

La desmoralización de los médicos de atención primaria


Aunque se trata de un sentimiento social, en cierto modo generalizado debido al tsunami de la pandemia, y tal vez ahora también a la situación prebélica que se respira.

Pero si tuviéramos que expresar el sentir más común de los médicos que trabajan en centros de salud en España o en la denominada atención primaria, seria: desmoralización,  desesperanza,  impotencia,  y la resignación como respuesta, quiza por falta de fuerzas para seguir luchando contra estructuras político-sanitarias que parecen perpetuas así como sus medidas injustas e irresponsables.  (Nos recuerda a lo que nos expresó una paciente: "que se sentía como una  mosca atrapada en un vaso,  que después de mucho luchar para salir y golpearse contra las paredes del vaso en cada breve vuelo, se cansa ya de luchar y se queda inmóvil" )

Basta leer en la blogósfera medica, los escasos referentes que quedan y que antaño eran multitud y desbordaban efervescencia intelectual. O en los grupos de wasap profesionales, donde se respira ese mismo sentimiento  de pesimismo, impotencia  y resignación.

Algunos de ellos continúan y nos muestran más explícitamente esta realidad: como refiere Sergio Minué en su blog El gerente de mediado : "Es el tiempo del agotamiento, la decepción y la ira en AP, el año en que los profesionales vieron cómo se intensificaba la crítica respecto a su trabajo por parte de buena parte de la sociedad, mientras que los responsables políticos hacían oídos sordos a sus necesidades de reforzamiento y miraban hacia otro lado del sistema sanitario" , o La consulta del doctor Casado: "Hacia una nueva narrativa", tambien en  ATensión Primaria: "80 menos", etc.

Hay que decir que este sentimiento de frustración no es nuevo sino cronificado puesto que llevamos años expresando esta realidad desde todos los cauces posibles, lo que tal vez si seria nuevo, es el sentimiento de derrota o desesperanza.

Pero al igual que el compañero Salvador Casado con su reflexión final, algunos somos optimistas, tal vez por tener marcado a fuego el hierro cristiano, y por eso albergamos la esperanza y el total convencimiento de que esto, tan solo será un malo y corto trayecto, en el largo camino del acontecer humano.

Y siguiendo el ejemplo de la mosca, creemos que en realidad esta no se golpea contra un vaso sino contra el cristal de una ventana, hasta que descubre que hay otras abiertas y puede salir.

Y es que estamos convencidos que la figura del médico de familia o de cabecera, es socialmente imprescindible, y ha sido, es y será siempre, el pilar más sólido sobre el que asienta la asistencia sanitaria, representando uno de los avances más importantes de la civilización, como  ya lo expresamos de manera más exhaustiva y clara en esta entrada:  Por qué la Medicina de familia tiene futuro. ¿Por qué el Médico de cabecera siempre será el eje central de la sanidad?:

Desde el punto de vista asistencial, es el médico de cabecera, quien está mejor situado para abordar, desde una perspectiva global y a la vez cercana y precisa, al paciente pues puede enfocarle en su triple dimensión: personal, familiar y social -e incluso a veces tambien espiritual- y por tanto con una mayor capacidad de resolución diagnóstica y terapéutica.

Estamos convencidos que el médico de cabecera significa el futuro de la Medicina porque representa el verdadero progreso humano, que no solo es tecnológico ni siquiera de bienestar personal y material, sino que esta fundamentalmente ligado al reconocimiento de la Dignidad intrínseca del ser humano, y eso, fuera de la relación maternal o divina, solo lo representa la acción del médico de cabecera.


 "No hay que olvidar que la maxima expresión de vitalidad en la naturaleza, es la resistencia".   

Gregorio Marañón