Las visitas a domicilio del paciente, representan sin duda, para el médico de cabecera, el mejor escenario donde se desarrolla el arte de la Medicina, hasta
el punto de que singulariza y da nombre universal a esta especialidad: "de familia o de
cabecera". (Antes de que los políticos deshumanizaran y cosificaran su nombre y función por el de "atención
primaria").
Obviamente cuando hablamos de visitas a domicilio no nos referimos
a los abusos, fruto de "borracheras de
derechos": como esos avisos que se solicitan para acudir a visitar
a jóvenes con catarro que no les apetece ir a la consulta, o a ancianos
estables para llevarles las recetas de sus tratamientos crónicos,
etc.
En la visita domiciliaria se produce el acto -cargado de significado y simbolismo- en el cual el
paciente, al mismo tiempo que abre las puertas de su casa abre también las de su
intimidad. Y asimismo donde se prueban los quilates del profesional y su disposición
para ayudar a los demás, lo que en palabras de G. Marañón es:
…" el entusiasmo del médico, de su deseo ferviente de aliviar a sus
semejantes; en suma, del rigor y de la emoción con que sienta su deber”.
Las visitas al paciente en su domicilio suelen resultar el acto médico mas fecundo, por varias razones:
Las visitas al paciente en su domicilio suelen resultar el acto médico mas fecundo, por varias razones:
Nada mas llegar y aun antes, se produce una anamnesis instantánea: se descubren de inmediato multitud de datos imprescindibles para el diagnostico, como la
situación y circunstancias personales, familiares y sociales así como
de su personalidad.
También se muestra y demuestra el primer principio de la Medicina: que no existen enfermedades sino cada enfermo con su singularidad.
Es también donde se produce la mayor intensidad y profundidad emocional y afectiva en la relacion entre
el paciente sufriente, que busca ayuda y el médico, que desde su misma condición
humana, y revestido de la ciencia de la Medicina (siempre inexacta) y sobre todo de moralidad y generosidad (siempre absoluta), trata de curar y aliviar el sufrimiento de sus semejantes.
En la visita domiciliaria, no pocas veces, se descubre por una simple inspección, la etiología de la
enfermedad: como el caso del paciente con EPOC descontrolado, que descubrimos tiene permanentemente encendida en su habitación
una estufa de butano. También a menudo se descubre el incumplimiento o malcumplimiento de
sus tratamientos.
Por todo ello, resultan especialmente fecundas.
Lastima que sean precisamente estas visitas domiciliarias, una de las cosas valiosas que se han calcinado en el actual sistema sanitario español -copia del cubano-, dada la casi imposibilidad de realizarlas para el médico de familia: con sus consultas masificadas de mas de 40 o 60 pacientes incluyendo urgencias, y disponiendo de menos de 6 minutos para atender a cada uno, lo que hace que no haya tiempo físico para realizarlas, excepto haciéndolas fuera de su horario laboral: O bien antes del mismo (exponiéndose a llegar tarde) o después del mismo (en condiciones exhaustas de deterioro y fatiga, al finalizar la consulta) o durante fines de semana.
Y es que, como decimos repetidamente, la actual situación de acoso
laboral institucional que padece el médico de familia en España con una sobrecarga asistencial inhumana y la consecuente degradación
del acto médico, nos afecta a todos, no solo al médico y al
paciente, pues significa un grave problema de salud publica y claro un retroceso social.