Tratamos de
expresar que la vía de transmisión aérea no es considerada aún, desde el punto de vista laboral y preventivo, con la
importancia real que tiene respecto a otras vías como la oral o
parenteral ; Y la
reciente pandemia tal vez ha brindado la oportunidad de redescubrirla y revalorizarla.
Resulta interesante observar una de las grandes `revoluciones´ o cambio de hábitos
sociales que se ha producido con motivo de la reciente pandemia: y ha sido el `enfoque´ de la Medicina y más en concreto en su vertiente
preventiva, sobre la vía aérea como puerta principal de entrada y transmisión de agentes patógenos.
Las mascarillas, las distancias interpersonales, aireación de espacios cerrados, geles hidroalcoholicos, etc,
son algunas de las medidas que se han
utilizado para preservar o proteger esa revalorizada vía de entrada.
Pero cuando hablamos
de vía aérea, no nos referimos solo a las
vías respiratorias por inhalación, sino también a otras como la transdermica o a través de la piel,
cual serían por radiaciones ionizantes y electromagnéticas.
Sin embargo debemos admitir que esta vía de entrada respiratoria, nunca dejó de ser la principal, de hecho cuando los médicos
de familia hacíamos registros de patologías semanales siempre eran estas enfermedades respiratorias las mas numerosas, si bien solían ser de naturaleza leve y evolución limitada.
Es verdad - como diria aquel- que en los dos últimos siglos se ha
llegado a un control casi absoluto de otras vias de transmisión potencialmente patogénicas: como la vía
oral o digestiva, con legislaciones sanitarias internacionales estrictas y eficientes, referidas a la preparación y conservación de alimentos incluso con una desmesurada política de caducidad, todo ello hace que sean casi anecdóticas,
hoy en día, las intoxicaciones alimentarias graves.
Sin embargo siempre nos pareció la vía aérea como la `cenicienta´ de esta política sanitaria preventiva, a excepción de enfermedades como la silicosis o asbestosis que afectaban a los
mineros, y que sí se han tenido en consideración.
Por ello observamos con estupor e impotencia algunos trabajos donde nos parece que literalmente se autointoxican sin saberlo, los trabajadores y no se puede
hacer nada legalmente: es el caso de quienes trabajan en talleres de
coches situados en sótanos de aparcamientos
abarrotados de vehiculos y casi sin ventilación, obreros que respiran todo el polvo de las obras sin protección
respiratoria ¨excepto el casco¨, de igual modo agricultores o jardineros que fumigan con plaguicidas y demas productos fitosanitarios, pintores, panaderos,
cocineros, limpiadoras, y un largo etc.;
Personas
que trabajan en edificios o locales, donde el aire condicionado o la
calefación, se ponen en funcionamiento sin orear o limpiar antes los conductos de aire tras meses
inactivos, generando enfermedades respiratorias colectivas, etc.
La
protección
de la vía aérea parece no existir en una gran variedad de trabajos, tal
vez porque no conllevan consecuencias patologicas inmediatas graves,
pero sin embargo para el `ojo avizor´ o vulgarmente llamado `ojo clinico´
de los médicos de cabecera, siempre nos llamó la
atención: cuando encontramos pacientes que padecen EPOC u otras
patologias graves, sin haber sido fumadores y sin aparente causa
directa* ; Pero profundizando en la anamnesis, descubrimos que muchos de ellos tuvieron trabajos de riesgo sin
protección como: albañiles, carpinteros, canteros, pintores, barrenderos, limpiadoras, etc.
*(Todo
ello sin obviar otra causa, a nuestro juicio condicionante, cual serian
las neumonias o neumonitis de repetición por aspiración, tan frecuentes
en pacientes crónicos con sedentarismo y obesidad: por hernia de hiato y reflujo gastroesofagico)
Y es que
por ejemplo, las partículas que hay en el polvo de una obra, especialmente las
de menos 10 µm contienen sílice y otros agentes tóxicos que ejercerian un efecto
similar al carbón en la silicosis o amianto en la asbestosis: con fibrosis intersticial
pulmonar, granulomatosis, EPOC y posiblemente cáncer.
Por no hablar de inhalacion de gases disolventes o toxicos en multiples trabajos, por ejemplo las limpiadoras: con
el uso de productos quimicos cada vez mas corrosivos o con metales
pesados, potencialmente muy toxicos por via inhalada o topica.
No hay que olvidar que la expulsión de lo inhalado por via respiratoria resulta mucho mas dificultoso -y a menudo imposible- que lo ingerido por via digestiva, que se hace de forma fisiologica y natural.
La gran tarea por cumplir para la Medicina laboral y preventiva así como para las Legislaciones
sanitarias, tal vez sea
enfocarse más en esta vía de transmisión aérea como
puerta principal de entrada de agentes patógenos, tanto a nivel de las vías
respiratorias como transdermica, ya sean estos agentes: infecciosos, tóxicos o
radiaciones ionizantes y electromagnéticas.
“Mas lo que suelen
olvidar los médicos
es que el progreso de su ciencia
no depende solo de la difícil
experimentación, sino también
de la simple observación del enfermo, cuando se hace no como una rutina, sino con espíritu
científico”.
“El médico
debe ser antes
que experimentador, naturalista; para serlo, le basta ver con ojos de investigador lo que la naturaleza en forma de dolor le presenta”.
*Gregorio Marañón