Se lo decimos a menudo a los jóvenes estudiantes de Medicina que acuden, en prácticas, a
nuestra consulta: "Una de
las cosas más gratificantes que podemos sentir,
tanto a nivel profesional como personal, es
constatar y vivir en primera persona,
el prestigio social de “ser médico”
Se trata de un prestigio general que se puede vivir en cualquier lugar o circunstancia,
y no es artificial ni espúreo como el de la fama o el dinero, sino que es
de naturaleza mas profunda y universal, tal vez porque deviene fundamentalmente de la raíz misma
de la profesión: que es la generosidad y
la vocación de servicio.
Y ello, a pesar de los errores de una ciencia que es, y será siempre,
inexacta, y las cargas de profundidad autolíticas de aquellos compañeros que caen seducidos por intereses económicos y comerciales, o abducidos por ideologías
políticas que justifican atentados contra la dignidad humana.
un enlace
Y es que, como ya dijimos: "No
existen fronteras para el medico: su pasaporte es universal,
carece de caducidad y tiene una sola nacionalidad: la Humanidad".
O como nos dijo nuestro maestro Gregorio Marañón:
"Este hombre recto, pacifista que
prefiere morir por la paz a conquistar la paz con la guerra, es casi siempre un medico.
.. El medico,
en la guerra, es el
único que no quiere matar, el único para quien no existe el enemigo,
porque no hay enemigo capaz de esconderse dentro de un hermano".
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