El placer de curar, en
el médico, casi siempre va asociado al orgullo de servir (algo casi extinguido en estos tiempos
y en otras profesiones), y es ahí, posiblemente donde nace la raíz mas profunda
del prestigio social del médico.
Lo explica mejor nuestro
maestro Gregorio Marañón, con estas bellas palabras, que deben ser bien interpretadas:
”Yo
tengo la certeza, después de haber pensado mucho en ello y de haber recogido
muchos datos en mi vida profesional, que el estímulo más importante que nos ha
llevado, casi adolescentes, a la Facultad de Medicina es, y esto, parece una
perogrullada, el impulso de curar al prójimo, de aliviar sus dolores y
eventualmente arrancarle de la muerte”.
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“El médico sabe mejor que nadie lo que hay de casual y de
inexplicable en el arte de curar; pero, sea como sea, como resultado de
nuestro saber o como don de un venturoso azar, la curación lograda es una
semidivina alegría que nos compensa de todo lo demás”.
“El médico siente junto al goce puro del bien realizado, la caricia ruidosa
o callada de la gratitud del enfermo y de sus familiares; y la emoción profunda
de recibir, en esa gratitud, una de las formas más sutiles, pero más
eficaces de superar espiritual y socialmente a otros seres humanos.
El merecer la gratitud de alguien es casi como poseer el espíritu del
agradecido”.
Muy bonito y certero, aunque ese "servir sin complejos" puede que sea tambien la razón de que el medico asuma gran parte de las tareas que no les corresponden, de otros colectivos que se sienten humillados simplemente por hacer su trabajo ... y todos sabemos a que y quienes nos referimos.
ResponderEliminarGracias por el comentario, aunque creo que lo peor de todo, es que en este entorno social somos victimas propiciatorias de los políticos, que parece usan la sanidad y mas concretamente la atención primaria como granero de votos, y a los médicos y pacientes, como objetos manipulables y desechables.
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