miércoles, 3 de agosto de 2022

Cuando es el médico, el que falta al respeto y maltrata verbalmente

 

  Yo respeto la Medicina, porque la amo, y es el amor la fuente suprema del culto, en lo humano como en lo divino. Pero el amor es también, o debe ser también, crítica. 

Solo cuando desmenuzamos en el objeto amado cuanto tiene de deleznable, acertamos a encontrar, allá en el fondo, lo que tiene de imperecedero.”

Gregorio Marañón 

 

Solemos hablar de faltas de respeto y maltrato, casi siempre unidireccionalmente, esto es: por parte del paciente hacia el médico y demás personal sanitario; 

Admitiendo que estos hechos porcentualmente puedan ser muy numerosos, pero debemos asumir –dolorosamente- que también se producen en direccion inversa, aunque sea en casos aislados, y mas aun en el caso que nos ocupa, es decir cuando se produce por parte del médico hacia el paciente.

Viene esto a cuento de hechos recientes que nos cuentan algunos allegados, sobre experiencias vividas en las consultas:

Es el caso de una paciente de 70 años, soltera, que acudió al médico, manifestando que se encontraba muy cansada y deprimida; Y la respuesta del medico fue: ¡No pasa nada,  tu lo que necesitas es un novio!

Recordamos también otras situaciones que nos contaron, como aquella paciente con obesidad y angustiada por su incapacidad para perder peso asimismo con múltiples patologías asociadas, que acudió al  medico diciéndole: ¡yo lo que quiero doctor, es que me miren bien de arriba a bajo!.  Y la respuesta del médico fue: ¡eso es fácil pero en tu caso lo difícil es mirarte de lado a lado!.

 Otras veces se solicitan pruebas al paciente como PCR, de ETS, etc., sin consentimiento del mismo.

Por no hablar de las veces que se atropella la infinita sensibilidad del paciente que se halla en situación de máxima vulnerabilidad: por ejemplo cuando se le diagnostica un cancer o padece una crisis depresiva .

No hay que olvidar que el sarcasmo es una forma refinada de ofensa y maltrato, y el tuteo injustificado resulta una forma de paternalismo fuera de lugar y asimismo una falta de respeto.

Hay que admitir que las condiciones infrahumanas de sobrecarga laboral que padece el médico, especialmente en la atención primaria, pueden favorecer estos fallos humanos, pero debemos combatirlos siempre en la medida de nuestras posibilidades,  porque lo que está en juego no es solo el prestigio de tal facultativo-a, sino el de toda la Medicina, pues el paciente cuando confía en el médico no lo hace por ser fulano o mengana, sino por el prestigio y el aura heredado de otras generaciones que nos precedieron.

Y es que debemos recordar, que todos los trabajos suponen cuotas de poder social, y el médico, sin duda lo posee en mayor grado;  Administrar ese poder con responsabilidad, es tarea de todos, recordando siempre que es un poder "prestado" y que hay que devolverlo -a veces a precio de usura- en forma de servicio y generosidad, evitando los abusos o "borracheras de poder". 

Por ello debemos procurar siempre el trato humano, recordando aquello que nos enseñaron nuestros maestros :  "curar a veces, aliviar a menudo y consolar siempre".

domingo, 24 de julio de 2022

Médicos y maestros: dos vocaciones con una misma raíz

 

Gregorio Marañón con un grupo de discípulos, años 40.

 

El maestro “arropado” por sus discípulos

 como los troncos de árbol que envuelven  cálidamente el fuego de la llama.

El maestro enseñando a través de su mejor    “herramienta” : el mimetismo .


“El profesor sabe y enseña; el maestro sabe, enseña y ama, y sabe que el amor está por encima del saber y que solo se aprende de verdad lo que se enseña con amor“.

La Medicina (..) por mucho que quiera, su ciencia seguirá siendo una ciencia embrionaria, llena de lagunas e inexactitudes. Y éstas solo se pueden disimular con amor.”   

*Gregorio Marañón

 

Siempre hemos pensando que los médicos y los maestros compartimos esencialmente una misma raíz vocacional.

Aunque a  nivel práctico y en el terreno puramente laboral, puedan existir  múltiples diferencias, lo cierto es que ambas disciplinas, comparten radicalmente un mismo origen y un mismo fin.

Partiendo de la base: que todos los trabajos son iguales en dignidad,  creemos que estos dos quehaceres, resultan los mas fecundos y dichosos que se pueden ejercer.  Y es que, no por casualidad, son los dos oficios que eligió Jesucristo ósea Dios cuando se hizo hombre, para dirigirse a la Humanidad de todos los tiempos.

Pero no quiere esto decir que sea tarea facil, exenta de dolor e incomprensión, ni libiana la carga de responsabilidad y  esfuerzo, pues:

El maestro, para serlo en toda su dimensión, antes ha de ser hombre con toda su limitación;.... Solo desde ésta, con generosidad, voluntad y pasión puede elevar su espíritu y el de cuantos se miran en él, para ser espejo o luz,..pues si no, no seria “maestro”  sino “guru”. 

Esta misma reflexión se podria aplicar al médico, en su caso para evitar ser considerado asimismo como "chaman".

Y todo esto queremos expresarlo aqui y ahora: en plena de crisis social de valores -también de la Medicina-, y dirigido especialmente a estudiantes o médicos en formación, con el objetivo de reforzar la vocación:  esa divina energía que mueve y construye el mundo, mas allá de las fuerzas que reman en dirección contraria.

Basten estas hermosas y clarividentes palabras del maestro Gregorio Marañón, para comprenderlo mejor:

“La vocación mueve a la eficacia verdadera de los hombres.

Todo lo que se hace sin vocación, por importante que parezca, se marchita como una flor. Todo lo que se hace con vocación, fructifica para siempre.  Hay que hablar, por eso, incesantemente de la vocación.

Las vocaciones son de dos categorías: las vocaciones de amor que son únicas, intransferibles y desinteresadas y las vocaciones de querer, que pueden ser múltiples, que cambian de sentido y que son, por nobles que sean, interesadas.

A partir de mi vocación de médico - una vocación de querer, pero con ribetes muy fuertes de amor- voy a plantear de nuevo este problema trascendental para los jóvenes, para enseñar la vocación a sus hijos”.

*Del libro "Vocación y ética".