Gregorio Marañón junto al busto de Ramon y Cajal
“La mayoría de los problemas de la llamada bioética
profesional que con frecuencia se plantean, casi todos los que promueven tanta
bulla en los Colegios de Médicos, deben resolverse con arreglo a la ley común o
a las fórmulas, no escritas, de corrección social, a las que todos nos
atenemos.
Para los demás, para los verdaderos casos de conciencia profesional, no hay,
repitámoslo, ley que valga ni otro juez que la propia conciencia”.
“... Pero si tiramos por la borda, como una antigualla más, el
concepto sacerdotal del médico, la supremacía de la vocación para ejercer
nuestro arte, entonces no tenemos derecho a quejarnos de que se nos exijan
responsabilidades por defectos en el ejercicio profesional, que, en realidad,
solo pueden resolverse en el ambiente de mutuo amor en que se desenvolvía la
Medicina de antaño"
“Yo no niego la eficacia
que puedan tener para algunos los manuales deontológicos.
Pero me hacen el efecto
de aquellos otros manuales que enseñan cómo se debe conducir
en la mesa, en visita o en el trato con las damas, y cómo deben practicarse las reglas elementales de la higiene y de la limpieza.
Recuerdan otras veces a los artículos
inocentes con que comienzan algunas constituciones, ordenando
que los ciudadanos sean buenos y felices, o demócratas y trabajadores.”
Gregorio Marañón. De su libro Vocación y
ética.
Coincidimos con el maestro en que el ejercicio médico como cualquier otro: el periodístico, policial, eclesiástico, etc., debería estar sometido básicamente solo a las
leyes civiles, aunque en el caso de la Medicina hay que contar con la
singularidad que nunca es ni será, una ciencia exacta.
Por eso nos decía también:
"Pedir cuentas al médico
de su fracaso con un criterio científico, como se le pide a un ingeniero que ha
calculado mal la resistencia de un puente, es disparate fundamental y es
principio totalmente inaceptable”. *GM.
Dicho esto, tratar de enseñar como asignatura, bioética a un médico, se nos antoja tan chocante como enseñar cursos de moral a los padres para indicarles cómo tienen que tratar a sus hijos o viceversa.
Y es que cuando hablamos de Responsabilidad con mayúscula, no nos referimos a la externa, llamada intelectualmente
“Bioética” que se aprende con normas
nacidas del derecho legal o el consenso; Sino a la interna, llamada “moral o conciencia” que nace espontáneamente
del derecho natural y se presupone en el médico, al igual que el motor en el coche, y el
corazón en el cuerpo.
- La moral o conciencia, como la Verdad, es eterna y universal.
La bioética como los protocolos, puede ser circunstancial y moldeable, y por ello vulnerable al
poder político y social
- La bioética, término artificioso, estaría hecha a imitación de la justicia, para controlar desde dentro a quienes actúan obnubilados fuera de su
conciencia, o que simplemente
carecen de ella.
Pero si consideramos la Bioética como garante y depositaria del eterno y universal código deontológico hipocrático, cobraría todo su valor y significado, pues serviría como el último refugio del médico frente a la manipulación del poder político con sus veleidades en las leyes civiles.
Por lo demás parece evidente, que cualquier desviación en el ejercicio médico: como los derivados de conflictos de intereses, no se debería diferenciar de otras desviaciones como la prevaricación en los jueces, sobornos a periodistas, policías, etc.
Y es que debemos admitir que malos tiempos corren si la justicia
tuviera por fin primordial controlar a los jueces; la fuerza pública a los
policías, y la bioética a los médicos.