domingo, 7 de septiembre de 2014

La adolescencia como factor de riesgo




Partimos de la base de que todas las etapas del ser humano son igualmente importantes, pero algunas poseen singularidades que las hacen mas determinantes en su devenir personal y social. 
 Entre ellas: la infancia porque es donde de se forja la estructura o el esqueleto personal, y la adolescencia porque es donde se forja la identidad y autonomía personal y social. En ambas etapas el molde principal es el de la familia.

De hecho una sociedad es tanto mas sana y progresiva socialmente según se valora al ser humano en sus etapas o situaciones mas criticas y vulnerables: la infancia -dentro o fuera de su madre-, minusválidos o discapacitados: con eliminación de políticas eugenésicas ya ensayadas en el nazismo, y la  vejez, con el reconocimiento de su valor y función social. 
Y sobre todo con la valoración y protección de la familia, como la estructura mas basica, sólida y determinante del ser humano. 
En definitiva, una sociedad sería tanto mas sana y progresiva socialmente segun se proteja y valore la dignidad humana, que paradojicamente se hace mas transparente cuanto mayor es la debilidad del ser humano.

No hace falta ser vidente para adivinar que gran parte de la actual patología social infantil y juvenil: como trastornos de atención, alimentación  y comportamiento, se generan en gran medida, por la falta de una política de conciliación de la vida familiar y laboral y de protección de la familia.

 Una vez mas nos apoyamos en las luminosas palabras de nuestro maestro Gregorio Marañón:

“El traje justo, a la medida estricta del alma del adolescente, es solo el padre -los padres- quien puede cortarlo y rehacerlo, una y mil veces, como lo exige la perpetua evolución del hombre que todavía no lo es”

“No hay nada más dinámico, más ejemplar, que la conducta recta; y la nuestra y la de los que nos siguen en la vida, que es nuestra también, se modela, quizá siempre, en esos años infinitamente críticos de la adolescencia y en el molde individual o intransferible del hogar”

 “Muchas ligas de padres de familia debían preocuparse no tanto de las escuelas como de la eficacia pedagógica de sus propios hogares.

 "Educar bien a un hijo es trascendental, porque es influir en la educación de muchos hijos de otros”.

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