domingo, 19 de enero de 2014

Lo importante son las personas, no los sistemas (educativos o sanitarios)

Se trata de una verdad de esas que solo se suele conocer y reconocer, tras vivir experiencias intensas o limites, que conllevan una gran carga de dolor y por ello de aprendizaje.

Y es que, tendemos a creer que un sistema ya sea sanitario o educativo, es mejor o peor por si mismo; 
Pero lo cierto es que lo verdaderamente importante son las personas:  Y los sistemas son mejor o peor, en tanto en cuanto valoren y respeten a la persona -ósea su dignidad- y preserven la responsabilidad.

Ello es evidente en la educación infantil y especialmente transparente en niños de 3 a 6 años, donde la escuela es literalmente la maestra, transmitiendose sus valores a los niños por simple ósmosis.

Respecto a los sistemas, aunque pueden y tal vez deben coexistir, nos parece mejor la sanidad publica que la privada, entre otras razones porque en la privada es casi automático el paso de paciente a cliente... objeto de consumo,  y los trabajadores a objetos productivos
Teniendo en cuenta que la Medicina es una ciencia inexacta, es muy fácil caer en la manipulación y el engaño mediante técnicas de marketing..  y al final se crea un negocio de clínicas no distinto del de establecimientos de tragaperras.
Respecto a la educación privada ocurriría lo mismo: pueden pasar a ser un simple negocio rentable como una granja pollos de jaula o de corral, o en la publica a la masificación y despersonalizacion del metro.

Es verdad que en lo publico también se puede producir la degradación de paciente a usuario o votante y el personal puede pasar a estériles pasotas, pero la selección de los trabajadores en base a  criterios objetivos y la garantía de Estado (aun cuando esté en manos de trileros políticos) no deja de ser un valor y una cierta seguridad.

En educacion infantil, como decíamos inicialmente, resulta mas evidente que la calidad asistencial depende -casi exclusivamente- de la calidad y calided humana de la maestra: de su dedicación, vocación, comprensión... (y por supuesto de los limites humanos que se pongan).

Una vez mas, recordamos las luminosas palabras del maestro Gregorio Marañón:
“El profesor sabe y enseña. El maestro sabe, enseña y ama...  Y sabe que el amor esta por encima del saber y que solo se aprende de verdad lo que se enseña con amor”.       

jueves, 9 de enero de 2014

Las "personalidades psicopáticas" y su repercusión social

Una de los más graves problemas que se encuentran en las sociedades modernas, es el de las personalidades psicopaticas: se trata de personas "aparentemente" normales pero caracterizadas básicamente por su anestesia moral y la consiguiente ausencia de responsabilidad.
No se trata de enfermos mentales, de hecho pueden ser rasgos personales que solo se manifiestan en determinadas circunstancias o ambientes favorables, pero se hallan enquistadas en todas las instituciones sociales siendo especialmente peligrosas las que están en la enseñanza infantil, sanidad, servicios sociales, etc.., aunque los mas visibles tal vez sean los que están en la política.

Son sus características principales: anestesia moral, tendencia irrefrenable al daño personal y social, y carencia de sentimiento de culpa por su incapacidad para empatizar con los demás.
Son especialmente peligrosos cuando disponen de poder absoluto y ausencia de control, como en el caso de hallarse a cargo de victimas vulnerables como niños, ancianos, discapacitados etc.

Aunque para algunos de ellos su escenario favorito tal vez sea la política, especialmente en los actuales sistemas democráticos tan cercanos al teatro y a la pose, pues por encima de todo son profesionales de la simulación y la manipulación. 

Los hay de varias tipologías
1-  Expansivos y exhibionistas, con especial predisposición para la politica
2- Apátícos y ocultistas con una frialdad emocional característica, tienen predisposición por entornos laborales singulares con plus de vitalidad como los constituidos por niños, enfermos, etc.., de los que tienden a vampirizar.

 Se trata de un problema social de primera magnitud, dado su gran destructividad social y su dificultad probatoria, hoy tal vez solo posible con medidas audaces y a través las nuevas tecnologías que permiten grabar los hechos y actos acusatorios. 
 Y un verdadero reto para este nuevo siglo,  dado su gran contagio, y sobre todo, su resisitencia al tratamiento, que solo pasaría por medidas judiciales y tal vez, preventivamente, desde el seno familiar.