Aunque el termino: "nazismo" esta tan manoseado que ha perdido gran parte de su significado, y el aborto ha pasado a acompañar a las dos palabras mas prostituidas, política y socialmente: que son "progreso y libertad".
Aunque el aborto siga siendo el recurso manipulativo mas utilizado por las dos "peñas políticas" para autosignificarse y justificarse, y para adoctrinar a las masas, mas especialmente a sus hollingans políticos, aquellos que se hallan en todas las actividades sociales, también en la sanitaria.
Aunque el tema del aborto se siga asociando impúdicamente a la palabra progreso y libertad: No dejaremos de clamar y proclamar lo que creemos es una aberración y un retroceso social, asi como un atentado contra la dignidad humana.
Y es que, solo quien tenga los ojos tapados con la venda del fanatismo o el sectarismo político, puede negar la evidencia y la realidad de que: nazismo va asociado a selección eugenésica, eliminación, exterminio (o mas exactamente asesinato) de seres humanos "inferiores o inservibles" ( dentro o fuera de su madre), y destrucción de la dignidad humana.
Muchos creemos que en este holocausto silencioso se halla la raíz mas profunda de la crisis moral de Occidente.
Y es que, como dijeron algunos "obreros de la Verdad" tales como Teresa de Calcuta:
“El aborto mata la paz del mundo. Es el peor enemigo de la
paz, porque si una madre es capaz de destruir a su propio hijo, ¿qué me impide
matarte? ¿Qué te impide matarme?"
o Julián Marías:
"Lo más grave, desde el punto de vista moral, que ha
acontecido en el siglo XX, es la aceptación social del aborto provocado”.
Este articulo del escritor Kiko Mendez-Monesterio: no puede ser mas transparente y luminoso al respecto de otro articulo, ciertamente repugnante, de Arcadi Espada, uno de esos escritores autoencumbrados en la España desnortada de hoy.
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Arcadi no es nazi. Es lo siguiente, el último grito en totalitarismos genocidas.Se beneficia Arcadi Espada de que ya le llaman nazi a todo el mundo, y en esa reductio ad Hitlerum pasan más desapercibidas sus memeces bárbaras, como la que acaba de escribir diciendo que deberíamos denunciar a los padres de los niños con discapacidad, porque al no abortarlos nos han cargado a nosotros con el coste sanitario de sus cuidados. Tal cual.Urge hacer una excepción en lo de los escraches y permitir a todos los padres de niños discapacitados –o enfermos– que acudan a casa de ese señor tan soberbio, pero no para decirle nada, ni insultarle, sólo para ver si tiene arrestos de decírselo a ellos a la cara.En la Alemania de Hitler se legisló sobre el aborto y la eutanasia en los mismo términos con los que defiende Espada la eugenesia: por motivos humanitarios –que había vidas que ellos no consideraban dignas de ser vividas– y económicos, porque el cuidado de esas enfermedades era un lastre para el Reich. Pero en 1941 se retiraron esas leyes porque habían creado mucha polémica dentro del propio partido.Es decir que algunos nazis mostraron reparos morales ante el exterminio en masa de los enfermos y discapacitados, que es justo lo que propone este periodista a veces acertado, y hoy tan tontiloco. Así que en rigurosa justicia debemos concluir que Arcadi no es nazi. Es lo siguiente. O sea, el último grito en totalitarismos genocidas.Entre todas las falsedades que amparan la tragedia del aborto la más repetida es el de la libertad de elección de la mujer, algo que estas alturas del holocausto no se lo cree ni el feminismo más naif y adolescente.Sobre todo porque los hechos la desmienten todos los días, porque cuando se informa a las madres la gran mayoría desiste de su propósito, y que un porcentaje altísimo de las mujeres que abortan lo hacen coaccionadas por su entorno familiar o laboral, o lo hacen absolutamente engañadas. Hablar de libertad en todo este lúgubre proceso es como llamar gastronomía a la antropofagia.Y en este sentido hay que agradecerle a Arcadi Espada su sinceridad criminal y macabra. Ya no es cuestión de derechos, ni de emancipación femenina, ni de libertad sexual. Ya está escrito: Espada quiere imponer el deber de abortar cuando no se cumplan sus criterios sobre lo que él considera una vida digna, y el que no obedezca que se prepare para las querellas. O quizá les pongan brazaletes amarillos.Sólo queda definir los defectos, enfermedades y discapacidades que según Arcadi deben acarrear la pena capital en cuanto sean diagnosticadas. Por ejemplo, la dislalia.