Continuando
el periplo por nuestra dolorida Hispania, haciendo honor a nuestro admirado maestro Don
Quijote y tratando de seguir las leyes de la caballería andante y sus
palabras:
“El de deshacer
entuertos, prodigar el bien y evitar el mal. Huyo de la vida regalada, de la
ambición y la hipocresía, y busco para mi propia gloria la senda más angosta y
difícil. ¿Es eso, de tonto y mentecato?
Hoy
nos encontramos en nuestro camino con un nuevo enemigo, tal vez "molino de
viento".
En
este caso nos referimos a "los pasos de cebra", buenos en si mismos,
pero como todo: en su justa medida y proporción.
Y es
que los políticos en su afán por manipular la vida social y del votante,
han creado una falsa seguridad, sembrado de pasos de cebra nuestras ciudades y
lo más peligroso: algunas carreteras de alta velocidad, de tal modo que a menudo
más que lugares seguros de paso de peatones recuerdan a veces a minas
anti-persona
Por ejemplo hay calles como la de Sainz de baranda en Madrid, donde en un tramo de unos 300 metros existen más de 50 pasos de cebra (uno cada 8 metros), muchos de ellos sin visibilidad hasta llegar al mismo, a todo ello hay que sumar la costumbre de aparcar grandes vehículos bordeando los mismos lo que impide la visibilidad del conductor del vehículo que transita.
Y lo
más grave, existe la costumbre casi generalizada de los peatones en nuestro país,
de pasar sin mirar y tirarse de cabeza cual "línea de meta de atletismo," en cuanto ven un paso de cebra,
tal vez porque la hipertrofia de derechos y ausencia de deberes inoculada por el poder politico, ha rebajado la responsabilidad personal o lo que es lo mismo la
inmunidad social a niveles mínimos y ello genera per-se un problema y peligro social.
La realidad por desgracia nos dice que no se trata de "molinos de viento", pues son numerosos los casos de atropellos que nos llegan a nuestras consultas medicas con graves repercusiones personales y sociales .
La realidad por desgracia nos dice que no se trata de "molinos de viento", pues son numerosos los casos de atropellos que nos llegan a nuestras consultas medicas con graves repercusiones personales y sociales .
Todo
ello hace que a menudo circular en vehículo por Hispania, esquivando los pasos
de cebra se convierta a veces más en ardua tarea "para eludir safaris".
A esto hay que sumar el caso frecuente en algunas poblaciones, donde se añade la elevación desorbitada del
nivel de la calzada en los mismos pasos de cebra, para gran alegría de los
talleres coches de cambio de amortiguadores, asemejando entonces el recorrido
en vehículo también al del "salto con pértiga."
Pero
como diría nuestro querido maestro Don Quijote: nada es malo ni negativo totalmente, pues
el hecho cierto es que los pasos de cebra significan por si mismos, también
respeto y revaloración social del ser humano, en este caso del mas débil: el peatón.
Solo hay que visitar otros países como Italia y ciudades como Roma donde cruzar
un paso de cebra es jugarse la vida literalmente a la ruleta rusa y
los minusválidos no parecen existir siguiendo la ley de la selva.
Lástima
que en nuestro país, detrás de todo ello se encuentre tambien y sobre todo: el maquillaje social, pues lo cierto es
que los atropellos de peatones a menudo acaban con impunidad del conductor, incluso aunque
este vaya beodo, pues la otra cara de la Ley, hoy en dia en nuestro pais, es
la ausencia de eficacia y su no aplicacion.