LA MUJER Y LA MAR: AMBAS SON ORIGEN Y DESTINO |
Esos tres tipos de seres están, no sólo en las novelas de Greene, sino también en nuestra vida cotidiana:
1-
El género de los que se «amoldan»
es el más abundante:
cubre posiblemente al noventa por ciento de la Humanidad.
Son seres que
se resignan a los carriles marcados,
leen
lo que les esta mandado leer,...Y pasan por la tierra sin haber engendrado
un solo pensamiento que puedan decir que es suyo.
Gracias a ellos el
mundo rueda. Y todos sabemos hacia donde.
2- El segundo tipo
de seres es menos frecuente,
aunque todavía es abundante.
Estos tuvieron una
juventud ardiente y disconforme. Llegaron a descubrir que casi todas las
cosas de este mundo están sostenidas sobre columnas inexistentes
Descubrieron hasta
qué punto la realidad es devoradora y omnipotente. Soñaron, ya que no
construir un mundo mejor, sí construir, al menos, su propio mundo personal.
Pero pronto
se dieron cuenta de que la vida les iba llenando de heridas.
No querían renunciar a sus ideales, pero tampoco tenían coraje para
realizarlos. Y encontraron la solución creándose un mundo de sueños. No se
amoldaron al mundo, se salieron de él. Fueron progresivamente habitando en
el paraíso que se fabricaban para sí mismos y terminaron por creerse que ése
era el mundo verdadero.
Fuera había dolor,
pero ellos vivían lejos de él: en su paraíso de piedad religiosa; en el de
un mundo que decían «poético»; huían de la realidad a través de
la música, de unos cuantos amigos, tal vez de un amor. El mundo, pensaron,
no cambiaría nunca.
Y prefirieron
fabricarse un gueto «ad usum
delphinis» en el que podían encontrarse calientes y reconfortados.
3- Otros decidieron
mantener su rebeldía. "Decidieron pensar por cuenta propia"
En lo religioso apostaron por Dios, pero
pusieron muchos interrogantes a todas las bandejas en las que se lo servían.
Eligieron su carrera no porque fuera
rentable, sino.. porque la amaban.. Nunca se obsesionaron por el éxito, sino
por el afán de ser fieles a sí mismos.
Se convirtieron en
permanentes inadaptados, pero tampoco se adaptaron a su inadaptación y
huyeron de esa otra peste de ser distintos por el afán de parecerlo. Pagaron
un alto precio. Aprendieron que toda vocación es un calvario.
Si a veces se
cansaban y el alma se les escapaba a los sueños de los segundos, sabían
tirarse de las bridas del alma y volver incesantemente a su gran tarea:
exigirse a sí mismos.
"Sabían
que lo importante no era llegar a ninguna parte, sino llegar a
ser".
Sentían miedo a
ratos, pero jamás se sentaban a saborear su propio miedo. Buscaban.
Buscaban. Sabían que se morirían sin haber terminado de encontrarse. Pero
seguían buscando. Se toleraban a sí mismos muchas flaquezas, pero jamás el
aliento. Nunca se preguntaban «para qué» servía el amor.
Creían tanto en él
que no les preocupaba conocer su eficacia.. ser engañados miles de veces.
Mas no creían que eso les autorizase engañar o a engañarse. Creían en la
justicia. Sabían que siempre estaría en el horizonte, por mucho que
caminasen hacia ella.
"No se
avergonzaban de sus lágrimas",
pero sí de que su corazón no hubiera crecido nada en las últimas horas.
Cuando los demás les hablaban de una bomba atómica que un día nos quitará
las razones para vivir, ellos pensaban que el dinero, la sociedad, los
honores, los prestigios iban haciendo ya ahora, no en presagios esa misma
tarea.
Y la gente pensaba
que fracasaban.
Y tal vez ellos
también lo temían a ratos. pero estaban vivos, tan vivos que no se detenían
a pensarlo por miedo de perder un momento de vida. Morían sin haber dejado
de ser jóvenes.
Unos les llamaban
locos y otros santos.
Ellos solo sentían
la maravillosa tristeza de no haber llegado a ser ni lo uno ni lo otro.
Jose Luis Martin
Descalzo