Partiendo de la base, de que cuando hablamos de seres humanos, no existen las
palabras "superior o inferior"; Y de que la complementariedad,
casi siempre es buena en cualquier actividad humana.
Si analizamos el papel de la mujer en la sanidad, hoy en día, coincidiremos en admitir -sin criterio excluyente- que la mujer -por el solo hecho de serlo- posee una mayor aptitud para el ejercicio de la Medicina -al igual que para Enfemeria- y tal vez mas específicamente para la de médico de Familia.
Y lo hacemos sin caer en tópicos machistas ni "feminismos de salón", tan
de moda en la actualidad.
Hay que recordar que hace tan solo 3 generaciones "anteayer": la mujer "no tenia alma" y no eran consideradas personas, como "ayer"
tampoco lo eran los judíos y los negros , y "hoy" tampoco lo son: los niños cuando están dentro
de su madre.
Es por ello, por lo que, en situación de igualdad de oportunidades, existe un mayor porcentaje de mujeres
médicos y sobre todo estudiantes de Medicina, al contrario de lo que ocurría hace tan solo 50 años, en que eran mas del 95 por ciento, hombres.
Por eso tienen más valor, las palabras predicativas de Gregorio
Marañon:
"Es indudable que la Medicina, sobre todo en varias especialidades, es uno de los mas aptos carriles para la actividad específicamente femenina" (1928)
Tal vez la raíz mas profunda de esta aptitud y actitud de la mujer, se halla prendida a su instinto maternal y las huellas antropológicas, sociales, culturales y genéticas que este deja en el ser humano.
Y es que cabe recordar, que la calidad y calidez de la relación madre-hijo
de amor incondicional, no es igualable a ninguna otra, y está especialmente marcada en los nueve meses en que viven ambos juntos compartiendo la misma sangre y
hasta la mas leve onda de sus emociones.
Es por eso por lo que la mujer siempre estará embestida por el manto
protector invisible natural o sobrenatural de la maternidad, y el paciente enfermo -siempre en situación de vulnerabilidad-, por la del hijo.
Estas hermosas y profundas palabras de Gregorio Marañón, hablan por si solas:
“El
que haya estado alguna vez gravemente enfermo, o el que haya visto de cerca a
los que lo están, sabe bien el mágico poder de consuelo vital que con su sola
presencia la mujer ejercita.
Muchas veces, en el cuarto de alguno que iba a morir, he sentido noblemente humillada mi ciencia de curar y mi energía de hombre ante la magia prodigiosa del simple rumor de una falda que iba y venía.
Ningún remedio de los nuestros, pobres médicos, tiene el poder maravilloso de una mano de mujer que se posa sobre la frente dolorida.
En ese
trance, la ciencia desaparece, y es en la mujer donde se apoya la angustia del
que va internándose en la soledad sin orillas del más allá.”
Del libro "Vida e Historia! Madrid, 1943.
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