En la propia formulación de la pregunta, tal vez vaya implícita la respuesta, pues seria más correcto formularla: ¿Como tratamos al paciente "con dolor"? ; Y es que, aunque ambas expresiones parezcan lo mismo, son radicalmente diferentes.
En un caso enfocamos y tratamos un síntoma: el dolor, como
si fuera una enfermedad y por ello descuidamos u obviamos lo básico y
consustancial del proceso clínico: que es su componente etiológico y todo
lo que hay alrededor del mismo, a veces de naturaleza compleja y
multifactorial:
En el otro caso enfocamos al paciente de manera integral y singular, sabiendo que no hay enfermedades sino enfermos, o mas exactamente "enfermo" .
En el otro caso enfocamos al paciente de manera integral y singular, sabiendo que no hay enfermedades sino enfermos, o mas exactamente "enfermo" .
A este respecto nos decía el maestro Marañón:
“Los enigmas de la naturaleza no deben servirnos de
pretexto para la indisciplina.
Todo enigma tiene un sentido y hay que buscarle hasta
encontrarlo sin que las
excepciones desconcertantes nos induzcan a abandonar el
campo recto
“El médico debe ser antes que experimentador, naturalista; para serlo, le basta ver
con ojos de investigador lo que la naturaleza en forma de
dolor, le presenta”.
"La enfermedad no es sólo la inflamación o el deterioro de tal o cual órgano,
sino todo ese mundo de reacciones nerviosas del sujeto enfermo, que hace que
la misma úlcera de estómago, por ejemplo, sea una enfermedad completamente
distinta en un segador y en un profesor de Filosofía."
sino todo ese mundo de reacciones nerviosas del sujeto enfermo, que hace que
la misma úlcera de estómago, por ejemplo, sea una enfermedad completamente
distinta en un segador y en un profesor de Filosofía."
( Del libro La Medicina y nuestro tiempo)
Hoy en día, siguiendo una cierta dinamica
social, se crean incluso flamantes “Unidades del dolor”, de la misma manera como
que se podrían crear "Unidades de la fiebre o de la tos".
Se establecen asímismo diferentes tipos de dolores clasificados según distintos parámetros y es que, aunque algunos
dolores tienen características mas singulares como los de naturaleza oncológica,
pero debemos admitir que, como casi todas las clasificaciones clínicas
en Medicina, no dejan de ser fronteras artificiales que a veces ponemos
los médicos para auto-convencernos y convencer que controlamos una realidad patológica,
en gran parte desconocida.
Últimamente son varios los compañeros que han levantado la voz de alarma a través de sus blogs, sobre el tratamiento a pacientes con dolor, tratamientos establecidos a menudo de manera protocolaria, desproporcionada, y sin valorar demasiado la eficacia y los efectos secundarios de los fármacos analgésicos
El
supositorio , El
balsamo de Fierabras etc. Medicina
y melodia, La pella de
gofio del Doctor Bonis , oncoblog , son algunos ejemplos.
Hemos de decir que desde nuestra optica profesional, somos
contrarios en general, a la utilización de determinados analgésicos
"según en qué patologías", especialmente por vía
parenteral, y mantenemos una gran reserva hacia el paso al
tratamiento con opiáceos, por sus "daños colaterales".
Mas aun, por la constatación cientifica del papel
preponderante de sistema limbico en la fisiopatología del dolor y por la observacion de que en
muchos pacientes con dolor crónico existe -al margen de este y como factor único
o asociado- un gran componente depresivo, adaptativo e incluso de identidad
personal.
Ademas en no pocos pacientes con “vocación y afición quirúrgica” (no solo
personalidades famosas e institucionales) ya se trate de cirugía estética, ósea,
protésica, etc., intuimos que en el fondo etiológico, también confluyen
graves conflictos personales, familiares o sociales, incapaces de asumir desde
la realidad y acompañados de cierto sentido o tendencia autolitica.
Por todo ello, el
tratamiento del paciente con dolor, especialmente crónico, a nuestro
juicio, debería ir -también y sobre todo- encaminado a su etiología ultima, y ello
pasaría posiblemente por una mayor aceptación de las limitaciones humanas
incluidas las propias, y por un mayor
apoyo social, familiar y profesional.
Y porque no reconocerlo: debemos decir sin complejos que en estos casos, como en otros, sin duda la religión y mas concretamente el Cristianismo son de indudable valor terapéutico y suponen un apoyo personal sólido: por su inquebrantable concepto de la Dignidad humana, por dar un sentido trascendente a la vida.., y por mostrar y demostrar la infinita misericordia de Dios.
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