domingo, 24 de julio de 2022

Médicos y maestros: dos vocaciones con una misma raíz

 

Gregorio Marañón con un grupo de discípulos, años 40.

 

El maestro “arropado” por sus discípulos

 como los troncos de árbol que envuelven  cálidamente el fuego de la llama.

El maestro enseñando a través de su mejor    “herramienta” : el mimetismo .


“El profesor sabe y enseña; el maestro sabe, enseña y ama, y sabe que el amor está por encima del saber y que solo se aprende de verdad lo que se enseña con amor“.

La Medicina (..) por mucho que quiera, su ciencia seguirá siendo una ciencia embrionaria, llena de lagunas e inexactitudes. Y éstas solo se pueden disimular con amor.”   

*Gregorio Marañón

 

Siempre hemos pensando que los médicos y los maestros compartimos esencialmente una misma raíz vocacional.

Aunque a  nivel práctico y en el terreno puramente laboral, puedan existir  múltiples diferencias, lo cierto es que ambas disciplinas, comparten radicalmente un mismo origen y un mismo fin.

Partiendo de la base: que todos los trabajos son iguales en dignidad,  creemos que estos dos quehaceres, resultan los mas fecundos y dichosos que se pueden ejercer.  Y es que, no por casualidad, son los dos oficios que eligió Jesucristo ósea Dios cuando se hizo hombre, para dirigirse a la Humanidad de todos los tiempos.

Pero no quiere esto decir que sea tarea facil, exenta de dolor e incomprensión, ni libiana la carga de responsabilidad y  esfuerzo, pues:

El maestro, para serlo en toda su dimensión, antes ha de ser hombre con toda su limitación;.... Solo desde ésta, con generosidad, voluntad y pasión puede elevar su espíritu y el de cuantos se miran en él, para ser espejo o luz,..pues si no, no seria “maestro”  sino “guru”. 

Esta misma reflexión se podria aplicar al médico, en su caso para evitar ser considerado asimismo como "chaman".

Y todo esto queremos expresarlo aqui y ahora: en plena de crisis social de valores -también de la Medicina-, y dirigido especialmente a estudiantes o médicos en formación, con el objetivo de reforzar la vocación:  esa divina energía que mueve y construye el mundo, mas allá de las fuerzas que reman en dirección contraria.

Basten estas hermosas y clarividentes palabras del maestro Gregorio Marañón, para comprenderlo mejor:

“La vocación mueve a la eficacia verdadera de los hombres.

Todo lo que se hace sin vocación, por importante que parezca, se marchita como una flor. Todo lo que se hace con vocación, fructifica para siempre.  Hay que hablar, por eso, incesantemente de la vocación.

Las vocaciones son de dos categorías: las vocaciones de amor que son únicas, intransferibles y desinteresadas y las vocaciones de querer, que pueden ser múltiples, que cambian de sentido y que son, por nobles que sean, interesadas.

A partir de mi vocación de médico - una vocación de querer, pero con ribetes muy fuertes de amor- voy a plantear de nuevo este problema trascendental para los jóvenes, para enseñar la vocación a sus hijos”.

*Del libro "Vocación y ética".

viernes, 1 de julio de 2022

La vocación docente de los médicos

El Dr. Gregorio Marañón durante una sesión clinica en el hospital
 

“Yo amo sí, profundamente a la Universidad; porque nada me colma de alegría y de paz como ese acto transido de divina humildad que es la enseñanza.

Y esta enseñanza mía, que quisiera exhibir ante vosotros, no ha sido la profesional y protocolaria de ir a la cátedra a recitar mi lección.

Sino la de procurar que cada palabra pronunciada o escrita y que cada gesto mío, en cada uno de mis días, estuviesen impregnados de las dos razones inequívocas del enseñar; es decir, del sentido de la responsabilidad, y del anhelo de la claridad”.*

*Gregorio Marañón

Si lo analizamos con detenimiento, constatamos que la vocación médica suele llevar inherente, de manera más o menos manifiesta, una vocación docente.

 Ya sea de forma directa: en tareas de formación de estudiantes, médicos residentes o en comunión con otros compañeros.

O de forma indirecta: con múltiples formas de expresión como: divulgación de conocimientos médicos para que lleguen al resto de la profesión, es el caso de revistas y blogs, muchos de los cuales contienen actualizaciones y aportaciones clínicas y humanísticas muy valiosas, a veces inédicas o traducidas de recientes estudios clínicos, o resúmenes practicos de lo mas sustancioso publicado en el ambito medico, etc.

Y asimismo por la expresión de experiencias vivenciales y testimoniales en el ejercicio profesional, que poseen un gran valor didáctico al favorecer el aprendizaje por mimetismo.

Pero todos tienen en común dos elementos: 1- un afán divulgador de la ciencia médica, que en si misma es singular por ser siempre inexacta y por ello en continua revisión y crecimiento; Y 2- un fin de trascendencia casi siempre involuntario e inconsciente.

Y es que como decíamos: esta vocación docente en los médicos es puramente instintiva o espontanea, como las plantas que surgen entre los huecos de las piedras, pudiendo manifestarse naturalmente de múltiples formas y al margen del tiempo.

Personalmente siempre recordaré: mi primer trabajo como médico rural para realizar una suplencia en un pequeño pueblo de Castilla, y cuando sentia la misma inquietud que el torero al salir por vez primera a torear:

El médico y compañero del pueblo, al que debia suplir -ya veterano-,  antes de irse de vacaciones (y yo boligrafo en mano), estuvo el día anterior “regalándome” todo cuanto el sabía y prescribía de forma practica, ante las patologías mas frecuentes que se pudieran encontrar, así como el enfoque clinico y humano que el daba en cada situación, allí por ejemplo, aprendí de memoria la formula magistral de la limonada alcalina para las diarreas simples, que tantas veces he prescrito y escrito a pacientes.

Pero sobre todo, en ese momento aprendí la primera gran lección docente de compañerismo: en forma de ilimitada generosidad. 


“El verdadero maestro ha de saber con toda naturalidad saltar desde su púlpito profesional al banco del oyente."

Enseñar es también aprender, hay que mirar la verdad desde el anverso y desde el reverso; desde el plano que ven nuestros ojos y desde el plano visto por los demás. Más aún: si el enseñar nos hace aprender es, entre otras cosas, por el vacío que deja en nuestro espíritu la enseñanza y por la subsiguiente necesidad de llenar con esencias nuevas ese vacio”.*

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“Quisiera que fuera un acicate más en el ánimo de los médicos jóvenes, y, sobre todo, de los que están por las zonas rurales, para interesarles en el estudio de la patología nacional, todavía atrasada.  

Todos tenemos que trabajar, sin ligerezas pero con prisa, para dejar a los que nos sucedan nuestra tarea terminada y, por añadidura, todo lo que podamos de lo que nuestros abuelos dejaron por hacer”. *         

                                                             *Gregorio Marañón