El Dr. Jérome Lejeune, descubridor de la trisomia del gen 21, con una niña con S. de Down |
Se trata de una realidad asumida hoy en día, de forma casi generalizada.
Hablamos del aborto de los hijos en caso de presentar el denominado síndrome de
Down o trisomía 21 y también de otras “malformaciones”.
Y resulta ya tan natural, que se puede realizar en cualquier momento del embarazo o después, pues hay países que ni siquiera se molestan en "guardar las formas".
Sin embargo creemos que se trata de uno de los hechos más graves y trascendentes de nuestro tiempo y un signo más, de deriva autodestructiva, siendo el origen de muchos males presentes y venideros pues los atentados contra la vida y la Dignidad humana siempre “pasan factura”, la historia nos lo muestra y demuestra, mil veces.
Y es que si por algo se puede definir la civilización es por el respeto y protección de los más débiles y vulnerables.
Ya el propio médico Jérome Lejeune descubridor de la trisomía 21, percibió esta deriva social y luchó durante toda su vida para aclarar que estos niños poseen la misma dignidad que todos y cada uno de nosotros, y si cabe con una singularidad pues son el retrato vivo y permanente de la inocencia, la bondad y la fragilidad humana.
O si lo queremos expresar en lenguaje espiritual, podríamos decir son los únicos seres humanos que son inmunes al diablo, pues no puede poseerlos, tal vez por eso desea destruirlos antes de nacer cuando están en el vientre de su madre, o directamente en cualquier momento de su vida, como también ocurrió durante el nazismo.
Mi experiencia como médico y como familiar de uno de
ellos, es que lejos de ser una carga pueden ser fuente de alegría y armonía de la familia o de
cualquier entorno donde se encuentren:
Siempre recordaré por ejemplo, cuando acompañé a mi prima -que presentaba tal síndrome-, a un servicio de urgencias hospitalarias, al llegar allí se respiraba el ambiente tenso y opresivo propio de ese entorno, pero pronto se tornó en un ambiente de distensión y humanidad con su sola presencia y sus manifestaciones porque ellos con su inocencia perenne, tienen la capacidad de cambiar la tristeza en esperanza.
No sabemos las causas de esta trisomía, ni si se trata de una alteración o de una singularidad. Por lo demás llama la atención la protección institucional que existe hoy en día, hacia quienes presentan otras alteraciones o singularidades genéticas con connotaciones sexuales.
La realidad es que institucionalmente en la actualidad, están en gran medida desprotegidos, lo
que sirve como test real de la calidad moral de nuestra sociedad, por ejemplo se reducen los centros específicos donde se les educaba, debiendo enfrentarse a los mismos
entornos escolares que los demás niños, lo que a su vez sirve de “aviso para navegantes” y para sugerir a los padres que es mejor
abortarlos.
Todo ello hace a estas familias, aun mas heroicas.
La presión social se manifiesta en todos los ámbitos, recuerdo como a una familia gitana con 5 hijos se le anunció tras una supuesta amniocentesis, que su próximo hijo lo presentaría sugiriéndoles abortar, los padres no accedieron y más tarde, la niña nació “normal”.
Sirvan estas palabras de modesto homenaje a los niños discapacitados, estos seres luminosos y
niños permanentes que nos recuerdan
la parte más pura de nuestra condición humana.
Y como nos dijo
Aquel Todopoderoso que vino hace más de
dos mil años: con su fragilidad e inocencia -como el Niño que nació en Belén-,
son la imagen más precisa de Dios.
Canción "Solo pienso en ti", de Victor Manuel