Una de las cosas que resultan más llamativas durante esta larga pandemia mundial, son los numerosos juicios clínicos y aseveraciones cientificas formuladas por supuestos expertos, la mayoría de las cuales se han demostrado erradas, contradictorias o antagónicas.
Tambien sorprende la extensísima amalgama de expertos que las formulan: desde médicos con excasa o nula experiencia asistencial, especialistas en todo menos en
epidemiología, supuestos investigadores que trabajan o han trabajado en algún laboratorio, o que simplemente pasaban por allí; Además de sociólogos, informáticos o multimillonarios, etc.
Y llama la atención también la seguridad con la que formulan sus aseveraciones cientificas o sus pronosticos epidemiologicos, casi siempre acompañados de una indisimulada presuncion.
La realidad sin embargo parece que es más sencilla y ya nos la indicaban nuestros antepasados: los grandes maestros de la Medicina como Gregorio Marañón, que con sus palabras nos resitúan en nuestra humilde y frágil condición humana, y al mismo tiempo situan a la Medicina en el lugar que siempre le ha correspondido: como una ciencia inexacta y experimental en continuo progreso y evolución.
"La
Medicina
por mucho que quiera, su ciencia seguirá
siendo una ciencia embrionaria, llena de lagunas e inexactitudes,
y estas solo
se pueden disimular con amor ".
"La Medicina es como profesión excelsa, pero como ciencia humildísima, y hay que aceptar esta insuficiencia y esta humildad en gracia a esta excelsitud"...
Técnica es desde que el hombre existe, pura y simplemente ansia de sufrir, de luchar contra esa cadena que Dios, es cierto, ha fulminado contra el ser vivo, pero añadida generosamente la ilimitada posibilidad de atenuarla por el esfuerzo nuestro, hasta que el último dolor sea cancelado
“El médico debe ser antes que experimentador, naturalista; para serlo, le basta ver con ojos de investigador lo que la naturaleza en forma de dolor le presenta”.
Gregorio Marañón