Estos días estamos viviendo una de
las experiencias más placenteras, fecundas y excepcionales de nuestra
trayectoria profesional, y es: poder disponer
de más de 20 minutos para atender a cada paciente en nuestras consultas médicas
de atención primaria.
Ello se debe a unas circunstancias ocasionales que confluyen: menor número
de pacientes que acuden por hallarse estos de vacaciones, menos ausencias de
compañeros, etc...)
Y decimos que resulta insólito y excepcional para un médico de cabecera en España
porque lo habitual es disponer de menos de 5 o 6 minutos para atender
a cada paciente, aunque lo común en el resto del planeta sea
disponer de mas de 20 minutos, de hecho
en cuanto se traspasa un metro la frontera de este país, ya sea por Portugal o Francia, nos
encontramos con esa realidad, por no hablar de otros países como México donde
esta reglamentado también un tiempo mínimo de 20 minutos para atender a cada
paciente y menor tiempo se considera lo
que es: una falta de respeto al
paciente y un atentado contra la dignidad humana.
¿Porque resulta fecundo disponer de este tiempo? porque se puede
realizar una perfecta anamnesis del paciente: antecedentes y circunstancias
personales y familiares, se puede revisar con detenimiento toda la medicación crónica,
se puede explicar dicha medicación y observar sus efectos secundarios,... se
puede explorar con detenimiento al paciente, eso que nos decía el maestro Marañón:
"Para hacer un diagnóstico se necesita
una infinita paciencia en la auscultación del paciente, y hay que aguzar la
vista para ver aquellos síntomas poco llamativos, las causas ocultas de grandes
efectos"
En definitiva se pueden personalizar
los tratamientos y al propio paciente, haciendo realidad el primer mandamiento de la Medicina
universal: No existen enfermedades sino “el
enfermo o cada enfermo” con estas enfermedades,
o dicho de otro modo: una misma enfermedad puede ser muy distinta en un
paciente o en otro, dependiendo de múltiples factores, circunstancias o idiosincrasias
personales.
A su vez, todo esto también revierte en el médico, que recibe una información del paciente y de la propia realidad social, única y probablemente la mas fiable, real y directa, pues la transmisión se establece a través de esa “mágica banda ancha” de la relación medico-paciente, tan parecida a la del amor.
"El trabajo sin prisa es el mayor descanso para el organismo."
G. Marañón.
G. Marañón.
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