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domingo, 3 de septiembre de 2017

Los milagros en Medicína, existen




Esta frase afirmativa y taxativa, dicha por un médico podría interpretarse como pretenciosa, de superchería, superstición o pseudomedicina, pero la realidad nos demuestra, día a día, que los milagros en Medicina, también existen.

Y lo decimos tras un largo periplo de experiencia como médicos, donde hemos observado casos concretos de curaciones inverosímiles desde el punto de vista de la Medicina como ciencia experimental:

Canceres frenados o curados,  enfermedades crónicas "descronificadas”, incurables: curadas, incluso pudimos contemplar hace años -cuando no existía aun terapia- casos positivos de Sida en lactantes que revertieron, por si solos haciéndose negativos 
¿Por que ? podríamos preguntarnos . Es tal vez sugestión, casualidad… ?

La respuesta creemos, como decía Bob Dylan, está en "el Viento", o dicho más claro y sin complejos: en Dios.

En efecto la intercesión ante Dios, directamente  o indirectamente a través de sus más fieles testigos: los santos o su Madre, muchas veces  puede ser un camino. 
Aunque reconocerlo puede suponer también un argumento para la manipulación, sobre todo si es enfocado desde fuera de la Fe, pero tal vez no deja de ser -sobre todo- un acto de humildad y de aceptación de las limitaciones humanas.
 
Ni que decir tiene, que es imprescindible hacer uso de los medios que Dios pone al alcance del hombre, a través de la Medicina como ciencia.

Y es que: “mirar al cielo” en ocasiones, es condición necesaria para el ser humano, aunque como el girasol no sepa que lo hace y por qué lo hace, lo niegue y no sepa por qué lo niega.
Y antes de ser "condenado a la hoguera" por mis queridos compañeros frenéticamente racionalistas, nos socorremos con el salvavidas del maestro Gregorio Marañón, posiblemente el médico científico y clínico experimental que más pacientes ha tratado en todo el mundo.

Suyas son estas palabras:

“La razón conduce inexorablemente a Dios, y el milagro ni quita ni pone, a la suprema verdad de su existencia”.  Quien ha creado el mundo, que es un puro milagro universal, diario, repetido, de cada ser vivo, en cada una de las vibraciones infinitas de los átomos que nos circundan, en cada uno de los instantes del tiempo, ¿por qué no ha de contradecir, cuando le plazca, las leyes que gobiernan la vida y la muerte?
 ¿Y cuándo esas leyes se cumplen con arreglo a las pautas de lo que creemos natural? No son menos reveladoras de la grandiosa e inescrutable realidad de Dios”. 

Sólo quien pasa por la vida con una distracción de mineral puede necesitar de los prodigios, o de lo que llamamos prodigios, para aceptar la divina realidad.

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“El hombre se puede sentir orgulloso de su obra.

Cierto que a veces se olvida que detrás de su genio creador está Dios. Pero lo importante es que el hombre es el divino instrumento de tan inmensa grandeza.

Y nada  puede atenuar la eficacia infinita de la oración sin palabras del que crea, aunque lo olvide, lo dude o piense que lo niega”.
                                                       GREGORIO MARAÑON

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