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domingo, 21 de abril de 2013

Los 10 medicamentos favoritos de los médicos de cabecera




Seria interesante poder recopilar y contrastar los fármacos favoritos de cada médico de familia: aquellos que han proporcionado un mayor numero de éxitos terapéuticos y con ello la mayor satisfacción profesional y personal.
Tal vez se conseguiría con ello, una de las guías farmacológicas más fiables, prácticas y orientativas, especialmente para las nuevas generaciones de médicos, pues podrían recibir vía directa y sin intermediarios, la experiencia de otros compañeros que están al pie del cañón.

Hay que aclarar, que posiblemente existen tantas selecciones -distintas unas de otras-  como numero de médicos haya, y que –como es lógico- la eficacia de todos estos fármacos, estaría siempre en función de su buen uso, tanto en dosificación, como en indicaciones precisas para cada paciente.

Para empezar citariamos al omeprazol como rey de los IBP, hasta el punto que ha hecho desaparecer o hacer casi anecdótica, la cirugía de la ulcera G-D, hernia de hiato y otras patologías g-esofagicas como el esófago de Barret, etc.
Controlando las hiperclorhidrias y desterrando los efectos 2º de los antiácidos, tan masivamente utilizados antes.
Como contrapartida estaria su abuso, al convertirse en el pan nuestro de cada dia, lo que puede generar otros problemas como la malabsorción de fármacos, aunque nunca se sabe si esto  siempre es un inconveniente, especialmente en muchos pacientes ancianos polimedicados.

- Los corticoides, tanto por vía oral, parenteral, inhalatoria  y tópica, en dosis, duración  e indicaciones adecuadas, luchando contra la corticofobia imperante durante los ultimos años.
Su eficacia terapéutica en todas las patologías que lo requieren, esta fuera de toda duda y es literalmente espectacular su resultado en el balance beneficio-riesgo.

 - Los antibióticos, especialmente los que favorecen su cumplimiento con una única toma diaria, como la cefixima y azitromicina, sintiendo no poder decir lo mismo del popular amoxi -clavulanico que tantos disgustos ha dado en forma de "geas" (a veces las mas difíciles del c.difficile), o las quinolonas: de gran eficacia pero peor toleradas, especialmente en ancianos y a dosis mas elevadas.
Por eso al prescribir antibióticos siempre recomendariamos posibles medidas para preservar la flora intestinal, como la ingesta de yogures, etc.


- Las benzodiazepinas, encabezada por los dos populares hermanos gemelos: el más sedante bromazepan o el  más animoso pero también más colocante lorazepan, sin olvidar otras como el  viejo Tepazepan (esa afortunada combinación de diazepan, sulpiride y vit B6).
- Los  antihistamínicos: como la ebastina o la menos somnolienta desloratadina, sin olvidar  al singular y veterano zasten.
-Los broncodilatadores como el socorrido y acelerante salbutamol y los más serenos, sostenidos y "elegantes" farmacos con asociación de salmeterol y fluticasona.

 -Los antihipertensivos como el amlodipino y enalapril, o el captopril sublingual para sustos, sin olvidar la valoración de sus efectos secundarios. 
Lo mismo podriamos decir de los diureticos, como la fugaz y despilfarradora furosemida y su hermana ahorradora de K espironolactona.
- Los veteranos Torecan para los vértigos y la buscapina para colicos; 
- Los colirios con asociación de gentamicina y desametasona.

- Y los dos analgésicos mas famosos: el rey de los aines ibuprofeno, y el singular paracetamol, a las dosis mas adecuadas y reducidas, valorando sus posibles efectos  secundarios, especialmente en pacientes con HTA; IRC; o I. Hepatica

- Pero sin duda la medalla de oro del campeonato se la sigue llevando la veterana y socorrida cafinitrina o solinitrina, en cualquiera de sus vías de administración pero especialmente -por su accesibilidad- la vía sublingual, tanto en comprimidos o en spray (inexplicablemente desaparecido este ultimo de muchos servicios de urgencias) por su fácil administración en pacientes que no pueden masticar, como ancianos o sedados, sin olvidar su potente efecto hipotensor.

- Y el décimo "medicamento" -tal vez el mas importante y que no se puede recetar- seria el trato humano, con todo lo que ello representa.

 Y es que, como nos dice el maestro Gregorio Marañón:

Los médicos nos damos cuenta que hay un margen en torno de cada trastorno, incluso del mas orgánico, que solo se deja atacar por la brecha ideal y misteriosa de la sugestión.
Y esta fuerza, que creo que debe llamarse extracientífica, depende, en último término, de una sola cosa: del entusiasmo del médico, de su deseo ferviente de aliviar a sus semejantes; en suma, del rigor y de la emoción con que sienta su deber”.


 Si yo tengo fe profunda en mis armas terapéuticas y las aplico, lleno de entusiasmo, a mis pacientes, esta fe y este entusiasmo multiplicaran hasta límites inverosímiles la eficacia bruta de mi jarabe y de mi inyección.
Porque esta sugestión que la convicción científica produce en el espíritu del hombre inteligente es, precisamente, el índice más exacto de su poder.
Como el Cid ganaba batallas después de muerto, la ciencia las gana por su solo prestigio, aun cuando debajo de la armadura científica esté el vacío o quizá el error.

 "El medico escéptico, por lo tanto esta casi inerme en la lucha contra la enfermedad.”
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“Ser, en verdad, un gran médico es el amor invariable al que sufre y la generosidad en la prestación de la ciencia...
.. Con la idea clavada en el corazón de que trabajamos con instrumentos imperfectos y con medios de utilidad insegura, pero con la conciencia cierta de que hasta donde no puede llegar el saber, llega siempre el amor”
 
                                                 Gregorio Marañón

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