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viernes, 16 de septiembre de 2011

El resentimiento, como patologia social

Dr. Gregorio Marañon

El resentimiento, tal vez sea una de las pasiones humanas mas  frecuentes y  que mas han influido en la historia de la humanidad.
 Aunque no se hable mucho de ello "en voz alta" pero hay numerosos estudios que lo describen y analizan como patologia social, entre ellos los del Dr. Marañon en su libro "Tiberio, historia de un resentimiento"

Para observar públicamente y de forma casi transparente, la pasión del resentimiento, solo hay que ver hoy en día, en el escaparate público de la televisión, los llamados “programas-basura” donde se practica esa afición tan española de “el tiro al plato”, o “a todo aquello que suba”. 
 Y es que, la fama como símbolo de triunfo social parece llevar implícito convertirse en “pieza de caza mayor”
Ni que decir tiene, que en esos programas se produce de forma casi constante, una vulneración flagrante e impune, de los derechos humanos de los famosos y sus familiares.
.
Pero la presencia de esta patologia se encuentra sobre todo en la politica o alli donde se halle cualquier parcela de poder social ya sea a nivel laboral, de servicios, etc.., y por ello en la vida misma.

Una vez más, el maestro G. Marañon nos abre con sus palabras ventanas y puertas para comprender esta patología social ..., y es que, solo quien conoce la cara oculta de la luna puede descubrir y describir la luminosa.

En todo resentido, lo digo después de muchos años de experiencia,
debe buscarse el fracaso o la anormalidad del instinto como una de las claves 
de su pasión.

El que una agresión afectiva produzca aquella agresión pasajera, 
que llamamos por antonomasia “sentimiento” o bien “el resentimiento”,
no depende de la calidad de la agresión tanto como del individuo que la recibe.

El desaire de un poderoso, o el hecho de ser derrotados en la lucha social,
no pueden sufrirlo varios hombres a la vez con la misma intensidad; 
pero en unos causará solo un sentimiento fugaz; otros, quedarán resentidos para siempre”.


El odio se ha creído siempre eterno; y ha sido siempre lo más fugaz, 
entre todolo perecedero. 
Lo sabemos bien los que tenemos en las sienes el hilo blanco y ecuánime
que deja al pasar la araña del tiempo. Solo lo ignoran los que no saben que hay
detrás de nosotros un mundo en donde está la lección eterna: la que los más no quieren,
sin embargo, ver.
Vivir es ofrecer la vida para algo y no solo mirar adelante y vegetar. ¿Cómo pues,
los que han sabido ofrecerla por lo más grande, por una simple idea, quizá por algo
que ni siquiera sabían definir, van a secar su generosidad fecunda con el odio? El día
en que dos hermanos empiezan otra vez a andar, el uno al lado del otro, y ese día
llegará, oirán de nuevo la voz augusta:
“Si presentas tu ofrenda ante el altar (qué importa si el altar está quemado), y entonces
te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja la ofrenda delante del altar
y ve a reconciliarte con tu hermano; y después, vuelve al altar y presenta tu ofrenda” .

                                                     G. Marañon

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